Opinión

Barbie, más que una muñeca

Ha pasado el tiempo desde que vio la luz, pero sigue con la misma figura estilizada y atractiva de siempre. Reina en todos o casi todos los hogares y hasta muchos de sus más encarnizados detractores no se resisten a las insistentes peticiones de sus pequeñas que, lejanas a realidades sociales, conceptos y prejuicios, se dejan conquistar por esa representación de la mujer ideal, rica, sofisticada y ajena a consideraciones de orden ideológico que ahora cumple 50 años sin conocer la decadencia. Personalmente nunca me entretuve en saber de su vida, aunque como la de todas las famosas ha sido y es aireada públicamente con todo lujo de destalles.


Fondo de miles de armarios con diseños de los mejores modistos universales, casas, mobiliarios, bienes sin cuento, pieles, sombreros, diademas, joyas, zapatos, lencería, disfraces... Incluso juegos de maletas, coches últimos modelos, teléfonos... Todo, todo lo que se puede desear. Y también algún novio que otro.


Todo parece excesivo y al mismo tiempo natural en esa rubia por tantos deseada, de largos cabellos peinados con gracia y brillante estilo, que se pasea emancipada por el mundo y que a veces se multiplica en la variedad de sus ropajes en valiosas colecciones, algunas de las cuales superan los tres ceros.


Barbie, pues de ella se trata, ha podido con todo. Ha vivido con éxito a través de varias generaciones y ha sido vestida y desvestida por millones de manos infantiles que la han preferido cada día con un modelo diferente. Barbie fue un escándalo en los tiempos más duros en los que se reivindicaba la igualdad de la fémina y se denostaba cualquier asomo de frivolidad que iniciara a las niñas en la idea de mujer objeto. Pero Barbie, siempre como perfil físico a imitar, también supo capear el temporal sin amilanarse porque en sus proyectos entraba adaptar su figura a medidas más humanas aunque por supuesto elegantes, y lo que es más importante, prepararse para la universidad. Así logró múltiples licenciaturas que más tarde ejerció en su vida, y seguir en la brecha con la salud de hierro que la ha caracterizado durante estas cinco décadas que ahora culmina como la muñeca más vendida de la historia.


Barbie se ha redimido ante sus críticos más rigurosos y se ha hecho merecedora de admiración por haber logrado una existencia desahogada sin hipotecas.


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