Opinión

El lado oscuro de la Navidad

Las navidades son fechas difíciles para muchas más personas de lo que pensamos, sobre todo para las que la viven en la absoluta soledad o sufren aislamiento social. Por eso mi reconocimiento y pensamiento está con los hombres y mujeres que colaboran y trabajan altruistamente, con Cruz Roja, Cáritas o el Banco de Alimentos, entre otras, ayudando a las personas que peor lo están pasando en nuestra ciudad. Cada vez hay más jóvenes y más hogares vulnerables con menores de edad a cargo de una madre sola, o de un padre solo, y eso se percibe en estas organizaciones sociales. La precariedad, el aumento desmesurado del precio de los alimentos y suministros básicos, como los carburantes, la luz o el alquiler de una vivienda, están llevando a muchas familias a solicitar ayuda para poder hacerle frente a sus gastos más necesarios e imprescindibles. 

Y es que los programas de ayuda resultan totalmente insuficientes ante el aumento de la pobreza y el alto riesgo de exclusión social de muchos ourensanos y ourensanas. Desde el Banco de Alimentos ya nos advierten de un aumento del 25% de sus usuarios, pasando de las 6.500 personas atendidas en 2021, a ya ser más de 8.000 en lo que va de año, una auténtica barbaridad. Mientras esto sucede, Cáritas Ourense ha duplicado el número de comidas en su comedor social solamente en los últimos 6 meses, y nos advierten de una “avalancha de familias necesitadas en las parroquias recién llegadas de Venezuela”. Está es la realidad que podemos ver en las colas del hambre ourensanas en diferentes parroquias de la ciudad, como la de Santa Eufemia. Este es, sin duda alguna, el lado más duro de la Navidad, y a la vez lo que más debería motivarnos a pensar e intentar ayudar a los demás en unas fechas en las cuales la mayoría somos más sensibles y más próximos a nuestros semejantes. 

Priorizar el gasto público en políticas sociales es imprescindible en este contexto, y sobre todo desde las Administraciones locales. Ellas son las más cercanas al ciudadano, las que mejor conocen sus necesidades y las que deben ser su apoyo y sostén. Por eso mismo, me cuesta entender cómo Administraciones locales como la ourensana despilfarran dinero público a manos llenas en fiestas y verbenas sin ton ni son mientras miles de ourensanos tienen que pedir comida o ayuda para sobrevivir, y estamos hablando de dinero público, repito. Me cuesta meterme en la mente de estas personas, de su coherencia y de su sentido común, me cuesta... y mucho.

Cambiando de tercio les diré que aquellos que me conocen un poco saben que no soy precisamente el “alma de la fiesta”, ¡ya me gustaría tener esa virtud!. No, no tengo ese manera de ser, pero en unas fiestas tradicionales y enormemente entrañables como son las navidades todo cambia, e intento disfrútarlas lo máximo posible con mi familia aunque me falten personas queridas e insustituibles en mi vida, como mi madre. Espero que todos ustedes las disfruten también en compañía de sus seres queridos, y les deseo lo mejor de lo mejor en estas entrañables fiestas. ¡Feliz Navidad, Ourense!

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