Opinión

Un hueco merecido en el Hall of Fame del Pazo

De Jean-Luc Godard, director y guionista de "A bout de souffle", es la frase "convertirse en inmortal...y después irse". Esta reflexión tiene mucho que ver con Moncho, protagonista de un merecido homenaje por parte del Pazo. Moncho, que, a pesar de lo recorrido, tiene todo el camino por delante, es interesante por muchas razones. Historia viva del COB, lo ha ganado todo, ha celebrado, ha sufrido, ha sentido la emoción... Cuestión de idoneidad, adaptación para lo que fue un estilo de vida en pro del COB a donde llegó sin tener ni puñetera idea de baloncesto y con el tiempo llegó a ser el más rápido y acertado, bajo la enseñanza de su gran amigo Howard Wood, en la "Canasta Movistar" para ganarle los dólares tirando desde medio campo al propio Wood, a Armstrong, a Byrd, a Ansley. 

Fueron muchos los viajes, las anécdotas que compartimos, visitas socio/culturales, junto con Paco -QEPD-, el chófer. Allá nos íbamos los tres en el autobús, que si al Parque Güell, Montjuic, la Malagueta, La Alhambra o, por el Sur con Titi García a tomar una manzanilla. Aquel cabreo y media vuelta de Moncho, cuando, tras logra aparcar, de aquella manera, el autobús un sábado por la noche en el centro de Madrid, atendiendo a una invitación de Turner y Thompson "a un buen "corte de carne", luego resultó ser una hamburguesa, eso sí de 400 gramos, ahí no mintieron. Allí nos dejasteis a los tres Paco y tú. "Cayó y estopó" explicabas en un perfecto guiri, a Rousvelt Bouie, cuando te cargaste su enorme equipo de música. El teléfono de monedas, que alguien había despistado entre la ropa de los jugadores "para controlar el excesivo gasto de mi señora", se justificaba el autor. El día que recibiste, en el aeropuerto de Barcelona, con aplausos y ánimos de "¡torero, torero..."! a un Ray Smith impecable con su traje de "negro y oro" -¡joder para el traje!- ¡Qué bien os entendíais! Aquel viaje contra reloj (sic) del Pazo al aeropuerto de Vigo para que Darrell Amstrong llegara a tiempo para su presentación y debut en Orlando. Así muchas más.

Siempre mediador en las disputas de autobús y que no siempre eran entre los jugadores, más bien al contrario, o vigilante en primera fila por si había que ayudar en el itinerario o en mantener despierto al chofer. Su excelente relación con sus colegas, no tanto con los árbitros.

Pero, sobre todo, Moncho, retranca incluida, es una buena persona, a quien le cabrea mucho las derrotas. Ínclito defensor de la dignidad de su trabajo y de cual era su cometido, alguna disputa tuvo con los fisios Paz o Toba, por la dichosa camilla, pero sin llegar a más.

Por todo ello la presencia de Moncho Vázquez Cougil en el "Hall of Fame" del Pazo es ¡totalmente merecida!

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