“Caer en la trampa”

Publicado: 24 nov 2024 - 01:50

JUEVES, 21 DE NOVIEMBRE

Se alborota la tertulia. Vamos llegando todos con gesto torvo. Ni siquiera los pasteles que trae Ana son devorados enseguida, como es nuestra costumbre. Pero ahí llega el abogado con gesto altivo. Nos sorprende, trae sobre su cabeza una boina con una estrella de cinco puntas, igual que la del Che en aquella mítica foto que le hizo Korda y que mi generación colocó en sus habitaciones al lado de un póster del Guernica. A veces con la foto de John Lennon.

Pues nuestro contertulio llega revoltoso, casi agresivo. Se empuja un trago: “¿Qué pasa, no os gusta mi boina que era para nosotros una señal de rebeldía? Pues que sepáis que es exactamente igual que la del guerrillero. La saca y nos la vamos pasando de mano en mano. Cuando llega a mí, leo en el forro: “La Favorita. Plaza Mayor de Madrid”.

“Deberíais compraros una, porque nuestra tertulia parece llena de melancólica resignación. Hay que salir de este clima de pesimismo, nos vendría bien una excursión. Cualquier día de estos, tenemos que ir todos a una agencia de viajes y pillar billete para La Paz, Bolivia. Y después, emprender viaje a Vallegrande, allí mataron al Che. Visitar La Higuera donde estuvo la última noche”.

La leyenda dice que cuando estaba delante de quien le iba a matar, le espetó: “Póngase sereno y apunte bien. Va usted a matar a un hombre”. Era el 9 de octubre de 1967. Está confirmado que pasó dieciséis horas en Madrid. Consiguió un salvoconducto. Vagabundeó por la ciudad. En sus paseos erráticos dio con la Plaza Mayor y allí, en el número 25, quedó sorprendido por la sombrerería La Favorita. Y allí compró la icónica gorra a la que añadió una estrella de cinco puntas. Dijo: “La revolución llegará a los cinco continentes”.

Dice Ana: “No me digas lo que imagino, que tú has comprado la boina en La Favorita. ¿Existe la sombrerería, todavía?”. Sonríe pícaro nuestro contertulio: “Pues sí, existe La Favorita, dicen que no ha cambiado mucho su estructura ni su escaparate”. Pregunta de nuevo Ana: “¿Qué estaba haciendo el Che en Madrid?” Responde el abogado: “Curiosamente Franco siempre tuvo buenas relaciones con el gobierno cubano. Pero se sabe que el guerrillero sólo hizo escala en Madrid rumbo al entonces llamado Congo Belga. Creía que la revolución se extendería por el mundo. Fue una guerra cruel aquella en el Congo.

Cielo santo, cambió la presidencia del banco de Cuba por irse a los montes a hacer la revolución. Escribió a su padre: “Me llaman aventurero, y lo soy, pero de un tipo diferente, de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades”.

(Termina la tertulia. Pero el abogado se pone en pie y pide silencio. “No me olvidé de vosotros en Madrid”. Saca del bolso cinco boinas que nos va entregando a cada uno de nosotros. Y añade: “Pero tenéis que cantar conmigo aquella canción que tanto cantamos desde nuestros tiempos universitarios: ‘Aprendimos a quererte / Desde la histórica altura / Donde el Sol de tu bravura / Le puso un cerco a la muerte”.

Cuando nos vamos, Ana, nuestra joven contertulia, nos dice: “Sois unos putos nostálgicos”).

VIERNES, 22 DE NOVIEMBRE

Me encuentro con Ana que devora una tortilla en O Frade. Nos saludamos. Me sorprende que tenga sobre la mesa tres bolsas de grandes multinacionales. Le espeto: “Te he pillado. ¿No eras tú la chica que presumía de ser anti consumo total?”. Casi ruborizada, dice: “Vi cosas tan bonitas que no he podido resistirme”. Me burlo de ella cantando el estribillo de aquella banda, Cucharada, con la que yo recité en los ochenta al lado de Manolo Tena: “Comprar es la llave de la felicidad / Comprar es la clave de la felicidad / Porque usted necesita lo que no necesita”.

Dice Ana: “Caí en la trampa como una boba. Entré en el establecimiento y, entre la música enfermiza, las luces, los ciudadanos que compraban compulsivamente y hasta las imágenes de Papá Noel que ya están ahí con la puñetera navidad, saqué mi tarjeta. Y aquí me tienes con mis bolsas llenas”. Interviene Quique, el barman, siempre con un toque literario. Y mirando a Ana, dice: “Recuerda a Séneca, pobre es el que precisa mucho”.

(Guardamos todos silencio. Me atrevo a decirle: “¿A que no tienes agallas de volver a la tienda, devolver lo que no necesitas, recoger el dinero y mandarlo a esa Valencia destrozada…?”).

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