Opinión

El claustro de Espadanedo, pintura, escultura y música

En el claustro monástico de Espadanedo la música de los Risco nos introdujo en la magia del lugar.
photo_camera En el claustro monástico de Espadanedo la música de los Risco nos introdujo en la magia del lugar.

Recostada como en la falda occidental de la Serra da Meda, ese derrame de la sierra de San Mamede donde se asienta O Rodicio, que alto y aldea próxima así conocidos; pues ahí, donde ya se hace valle, está Xunqueira de Espadanedo, que por ser tierra inundada en su día y plena de juncos así llamada.

De Xunqueira, ese sobresaliente monasterio de la orden benedictina convertido al císter, que de San Xoan pasaría a llamarse santa María, como todos los benedictinos bajo la advocación de la Virgen. Acaso entre 1.160 o 1.170 esté la fecha de su fundación por una comunidad de monjes de Montederramo pasando de abadía a priorato y viceversa. Fue de las abadías que se resistieron a la reforma para depender de Valladolid. La escasa documentación sobre este monasterio no permite reconstruir toda su historia.

Bajo la cubierta de la planta primera de la mitad del claustro, cabe a las municipales oficinas, que no son las primeras bajo monacal amparo (Celanova también) dos alas aun conservadas donde expuso el investigador y prehistoriador de la Universidade de Vigo en Ourense, Lao Castro sus pinturas, selección de una vasta producción  entre figurativo y abstracto en el que se deja llevar por las sensaciones que la música le produce, en lo más abstracto;  lo recurrente son esas figuras que nos hacen viajar por un mundo mitológico greco-romano.  El escultor Acisclo Manzano,con una exposición permanente, en paralelo, en el mismo claustro. Un fondo musical  nos proporcionó un halo mágico a la centena de invitados por la música de los actuantes Risco: Tom, profesor de percusión en el conservatorio de Santiago, polifacético músico con el vibráfono, el cordeón y la batería que el 26 nos obsequia con su música en el Latino, actuante con varios grupos en estivales giras, y Carlos, del departamento de diseño y prensa de Adolfo Domínguez, prolífico periodista en varias capitales extranjeras, aventurero a bordo de una moto recorriendo parte de la India, con excelentes reportajes en El País, cantautor introspectivo de personalísima voz, acompañándose de su guitarra y guitarrín,  y ambos de un contrabajista amigo cuyo nombre siento no recordar.

Aplausos premiaron la actuación musical que se nos antojó corta, creo, porque el programa de la degustación de quesos lo impedía o la propia organización, que se ajustó tanto al horario y no al latente deseo de la gente de oir más y saborear menos, me parece o eso percibí.

En este ambiente que nos trasportaba a tantos allá idos, saludamos a Dolores Ulloa, la madre de los Risco, traída por su hijo Fer, que año hacía, con los Barbaña Blues habían llenado de muchos y variados sonidos el abierto recinto;  a  la farmacéutica de Castrelo de Miño, Beatriz Alberte, activa dirigente del Club Náutico que venía con su consorte Juanra, ingeniero de Copasa; al recién estrenado hijo predilecto de la provincia, distinguido con tal honor, el exponente escultor Acisclo Manzano, con el que rememoramos aquella manifestación de comprometidos ante el edificio del gobernador Civil con el Perdona a Gimeno, señor/Perdona a Gimeno, señor gobernador…cantada por un grupo de activos sociales de entonces entre los que Quesada, Valencia, y otros del elenco de artistiñas, así llamados por Risco esos jóvenes destacados en las artes plásticas, que en torno a él se reunían, cuando el periodista Julio V. Gimeno en una columna de este diario no tuvo pelos en la lengua para criticar un descabellado proyecto del gobernador Quiroga de Abarca para hacer navegable el Miño, y que por esto quería encarcelarle; saludamos también a Moncho, universitario docente, del que grato recuerdo en mi paso por la facultad con la Historia de América, de la que rememoro también el buen comunicar del profesor Xixirei, que había sido director general de política lingüista en la Xunta; también de la ejerciente Susana Reboredo,  vicedecana que fue de Historia en la UVigo; saludo a  Elena Macías, exsubdirectora del INS que viene con su consorte Manolo Ordás, exveterinario de Coren; a Paco Outeiriño, ginecólogo ejerciente en la privada cuando lo fue en la Pública también; a Javi Risco, hermano de los actuantes, que fue el primero que introdujo en la ciudad el yoga con estudio propio; a Roberto F. Quintas, el pájaro volador de parapente, reconocible por los aires y más por estos del Rodicio donde el rey de sus cielos, capaz de hacer la transición del Larouco al Rodicio, aterrizando aquí después de despegar encima de Baltar, que viene, muy a lo hippy de los 60, con Marina, una ucrania residente en Granada y tañedora de flauta; a Agustín Perianes de mucha charla con Acisclo,  recién desembarcado aquel de un peregrinaje por etapas  del camino del Norte, cerca y tocando las costas del País Vasco, de Cantabria y de Asturias.

Y habría de saludar a naturales de la zona, amigos hechos en aquellos vuelos del Rodicio, que pocos concurrieron a este cultural evento en el que los exponentes Lao y Acisclo prefirieron los aires puros que vienen de a Meda a los cálidos de la olla ciudadana, como si migrasen en busca de más incontaminados ambientes para sus obras.

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