Opinión

Otoñal canto al paisaje

Cuando por noviembre aun las viñas de mil colores, que antaño sufrían por estos meses el rigor de las podaderas. Ahora creo que se deja que las cepas entren en adormecimiento invernal para no traumatizarlas cuando aun la savia en circulación. Por eso, aun en estos novembrinos días es dado gozar de la contemplación de esas laderas donde las uvas maduraron y ahora las hojas alfombran un rutilante paisaje.

Por noviembre las aves migratorias ya abandonaron estos pagos donde incubaron, salvo muchas cigüeñas, que ya soportan hace años las invernías en esta Galicia del sur, sobre todo las que se asientan en la límica Antela, la valdeorresa del Sil. El cuco, la abubilla, las golondrinas, las también viajeras tórtolas, rulas, rolas; los gregarios estorninos sin frutos que cavan agujeros, como sus parientes los mirlos, en busca de insectos sin formar esas bandadas que en los atardeceres dan forma varia a esa especie de cambiante nube negra. Se encaman las escasas serpientes que por aquí la de escalera o común, la escasa víbora y la bastarda que si ya no se ven las primeras, menos aun esos cobrones que impresionaban con su más de metro de longitud y que alguno descolgándose en cualquier camino podía sorprenderte hasta en bici. Estos reptiles en franca recesión o por plagas, hambrunas o predadores como las rapaces, irredentos enemigos. Por el monte se aprecian los corzos por las huellas de sus pisadas en terraplenes; se ven también, huidizos, saltando con esa grácil agilidad, que no deja de pasmar, como la de todo cérvido; pasta el ovino que ya se ve en el monte bajo la custodia de mastines y canes menores, vagando entre lameiros; poco vacuno donde antes de abundancia por las aldeas aunque si centenarias estabulaciones o vagando por docenas en los montes.

Las frondosas: carballo, abedul, aliso, olmo, haya, álamo, almez, arce, sauce… empiezan a desprenderse de sus multicolores hojas, mientras persisten las del naranjo, del olivo, mientras el limonero va desprendiéndose de ellas, a pesar de congénere con el naranjo, y las del perenne pino y de tantos abetos. Ya las aves dejaron de cantar y las migrantes de anunciarse, no caen las nieves por noviembre, y las escasas lluvias no llegan para nivelar las aguas embalsadas, y las menos frecuentes nieves no aparecerán ni en el más crudo invierno, salvo en alturas donde siempre aunque sea con un somero manto.

Los ríos bramaron en turbias aguas pero pronto descendidos y de ellas claras, en este país que se dice el de los mil ríos, y tantos habrá para aun asegurar un poblacional abastecimiento, que de tanto abuso de ellas como si interminable maná. Los ríos por este sur suelen secarse, en estiajes, si de corto curso; los de largo, pasan sus penurias exprimidos por regantes o por depósitos para humano uso. El Miño que parece, visto en invernías, que nunca bajará de caudal, en el estío a pies enjutos se pasaría entre puentes; el Sil, de más largo curso, y del que evidencias de cientos de millones de años cuando del Miño ni esbozo, en sus fuentes leonesas de Peña Orniz por escasez de nieves, manso discurre o sin ruido en sus rápidos, antes de ser explotado a su paso por ese vergel frutícola del Bierzo. Qué diré del Arnoia, que desde sus ocultas fuentes en el collado das Canadas, en la sierra de San Mamede, es como un reaparecido por Rebordechao, se amansa un tanto a partir das Casas da Ermida, mansísimo por Prado, Riobó, Porto, Arnuide, y en Baños hasta Allariz, con presas, molinos y unos cuantos rápidos que sirvieron para una de las primeras fábricas de luz; mucho habría de escribirse a partir de aquí, cuando el río se encajona por tierras de A Merca, Cartelle y de Arnoia, allá donde en la ladera las minas de wolframio de Escudeiros, la cascada do Gato o la presa y central hidroeléctrica de O Penedo. Del Limia, cuenca propia, cuando brota en O Talariño se hace bravío por la aldea de Couso-Galán, se remansa en las llanuras limianas, es encorsetado tres veces: As Conchas, Lindoso y otro embalse menor cerca de Ponte da Barca, hasta rendir tributo a la mar en Viana do Castelo. Del Bibei que discurre por el oriente provincial decir que sus nacientes a casi 1.800 metros en fuentes del Bibei, allá por las Trevincas, en las lagunas de Piartorta

Del Támega, con sus orígenes en el San Mamede como el Arnoia, y casi el Limia, ya se amansa por O Castro de Laza, atraviesa la vinícola comarca de Monterrei, Chaves, y en Amarante se intuye que pronto se rendirá al Duero, allá por Entre Os Ríos, donde pocos kilómetros antes sufre su único represamiento serio en A Barragem do Torrâo, cuando poco antes es el Paiva, el de las afamadas pasarelas de madera y puente colgante, el que tributa al Douro, allá el Duero dicho. Del Avia, que bebe donde las cercanías de los chouzos del Suido, recibe después de su gran represamiento en Albarellos a un tributario tan importante como él, el Arenteiro, que en las cercanías de Oseira se nutre.

De estos cinco grandes ríos, otros hay cuyo curso por la cincuentena anda y más breve: Barbantiño, Arenteiro, Loña, Salas, Mao, Casaio, Xares, el más alto en sus fuentes cabe a la misma Pena Trevinca a más de 2.000 metros. Podría hasta citar, si no los mil ríos de leyenda, si unos cuantos cientos entre regatos, regueiros, arroyos, corgas, fervenzas.

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