Opinión

Cuando lo normal es ‘noticia’

De vez en cuando, el Gobierno tiene una de esas ideas de aplaudir, no muy a menudo la verdad, pero a veces en lugar de un problema se le ocurre una solución. Perseguir judicialmente la tabarra del ‘spam’ telefónico creo que es una de ellas. El bombardeo de publicidad no solicitada y no deseada con que cada vez más empresas nos perturban a las horas más intempestivas por el móvil o por el fijo, resulta que además de extraordinariamente molesto es ilegal, una práctica abusiva prohibida por una de esas buenas directivas europeas de las que la inmensa mayoría de los eurociudadanos no tenemos ni noticia, que el Ministerio de Sanidad y Consumo ha decidido trasponer ahora a nuestra legislación nacional espoleado por la presión de las asociaciones de consumidores y usuarios.


Lo normal es que el Gobierno sólo se acuerde de los ciudadanos para pedirles el voto o para sacarles los cuartos, y que el resto del tiempo lo dedique a sus cosas, normalmente -otra vez como sinónimo de habitualmente- a buscar a quién echarle la culpa de lo que va mal y adornarse con todas las plumas de lo que va bien. La culpa, cuando crece el paro, por ejemplo, nunca es del Gobierno; el mérito, cuando crece el empleo, sin embargo, siempre. Los muertos en accidente de tráfico son, siempre, culpa del ciudadano conductor que o corre mucho o bebe de más o va hablando por el móvil o mirando el GPS o no se pone el cinturón; la crisis, de la situación internacional. Pero, a veces, se moja, y sólo entonces, en mi opinión, es cuando no defrauda la confianza que los ciudadanos hemos depositado en él.


Los ciudadanos tenemos derecho a que nuestros representantes políticos nos defiendan de los abusos del ‘mercado’. Leyes no faltan, sólo hay que cumplirlas. El mercado democrático no es el territorio salvaje que a veces pensamos. El ministro de Sanidad y Consumo, en realidad, no ha hecho más que lo que debe al tomar cartas en el asunto del ‘spam’ telefónico; y el mérito, si nos fijamos en la letra pequeña, no es suyo sino de la presión de las esforzadas asociaciones de consumidores y usuarios: único músculo digno de mención de la anoréxica sociedad civil española. La falta de costumbre, en mi opinión, es lo que ha convertido lo que debería ser normal -que el Gobierno haga lo que debe- en noticia ‘de aplaudir’; pero aun así, felicidades a don Bernat Soria, y que cunda el ejemplo.

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