Opinión

Madrid-Barça, el talento se impuso a la táctica

El madridismo no vive un buen momento en el panorama europeo, tanto en el fútbol como en el baloncesto. El Barcelona lo eliminó la semana pasada de la Euroliga, tras una dura eliminatoria, rematada en cuatro partidos. Así que el equipo dirigido por Ettore Messina se queda ahora como el de su tocayo Pellegrini. Luchando sólo por la Liga, perdidas la Copa del Rey y la corona europea.

Quizá la derrota prematura del Real Madrid, en la eliminatoria previa a la Final a Cuatro, se gestó unas semanas antes, tras perder un partido clave contra el Maccabi israelí en la liga regular. Si hubiese ganado aquel partido, el Madrid hubiese terminado como primero de grupo, midiéndose en la eliminatoria contra el Partízán serbio, y evitando al Barcelona hasta la final de París. A un sólo partido, donde sí tendría oportunidad de derrotarle. Pero se clasificó como segundo y le tocó un Barça superior, en una serie al mejor de cinco partidos. La misión era casi imposible.

Messina, uno de los grandes estrategas del baloncesto actual, había estudiado los enfrentamientos previos, en los cuales su rival se había impuesto con mucha superioridad, y optó por una táctica radical. No medirse a campo abierto, sino a un juego de basket control, de gran defensa y posesiones largas y elaboradas.

La fórmula funcionó durante los dos primeros partidos en el Palau, donde el Madrid logró una victoria y la ventaja de campo, desconcertando a dos jugadores fundamentales del Barcelona, Navarro y Rubio.

Pero el talento siempre vuelve. Hoy, salvo el Olympiacos griego, no existe un equipo con un calibre similar al entrenado por Xavi Pascual: capacidad atlética, sentido del juego, trabajo en equipo, una buena dirección del técnico más infravalorado del momento y esa cualidad tan apreciada en cualquier deporte, el talento.

El de fenómenos como Juan Carlos Navarro, Ricky Rubio, Pete Mickael y tantos otros. El Barça ganó los dos partidos en Madrid como una perfecta apisonadora. Jugando lento o rápido. Respondiendo a todos los intentos madridistas en terreno hostil. Encomendándose en los momentos clave a un espectacular Navarro.

Este Barcelona lo tiene todo para dominar el baloncesto continental. Cierto es que el sistema de competición de la final a cuatro no premia al mejor equipo de la temporada, sino al más inspirado durante tres días en París. Es ahí cuando un rival en teoría inferior puede jugar el partido de su vida y vencer al favorito. Era la opción de un Real Madrid baloncesto que, como el de la sección hermana, se encuentra en plena reconstrucción.

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