Un encargo sorprendente

Publicado: 15 sep 2024 - 05:45

Jueves, 12 de septiembre

Un preso de Pereiro que ha salido unos días de permiso, me trae un mensaje de ‘D’. Tal vez el hermano lector recuerde que escribí sobre él hace unos meses. Su historia era verdaderamente singular. Desde que lo conocí, siempre le daba algunas monedas. Otro amigo, Alberto, me decía que había que socorrerle porque era nuestra ONG.

Mucho tiempo en la calle. Las últimas veces me decía: “Ando tan tirado, flaco y acosado por algunos cabrones, que estoy deseando entrar en Pereiro. He dado algunos palos por ahí pero el juez siempre me deja en libertad”. Después, me enteré que por fin había conseguido su objetivo. Me da recado por su colega de que vaya a visitarlo y le lleve un chándal azul, a poder ser con varios bolsillos y, si tal, un cartón de Marlboro.

No podíamos fallarle. Así que Alberto y yo allá nos fuimos a Pereiro con un buen chándal, un par de cartones y unos tenis. Qué barbaridad, cuando aparece en la visita detrás del cristal, sonriente, nos saluda efusivo. Le pregunto: “¿Cómo va la vida ahí dentro?”. “Uf, mucho mejor que en la calle, colega. He engordado y duermo en un colchón de puta madre, con televisión y una ventana que da al patio. Ayer se iban unos presos de ‘cunda’, ya sabes, cambio de prisión. No veas lo jodidos que iban. Al despedirse, un colega me dijo: ‘Vaya putada, ésta es de las cárceles menos cañeras de España”.

Alberto dice: “Cuánto nos alegramos”. Y yo añado: “Recuerda, que siempre es demasiado pronto para declararse vencido”. Él responde: “Lo que llevo peor es mi compañero de celda. Es un ecuatoriano que tiene un montón de hijos. El fulano estaba en la ruina y un traficante lo contrató como ‘mula’. Le metió cinco mil euros en el bolsillo y se tragó un puñado de coca envuelta en condones. No hubo suerte, en Barajas le echaron el guante. Él masculla que lo marcaron para que otras ‘mulas’ pudieran pasar en el aeropuerto. ‘Vinieron directos a por mí’”.

Alberto y yo escuchamos sorprendidos. “Es buen fulano, pero me tiene la habitación llena de fotos de la virgen de El Quinche, que es la patrona de Ecuador. Se levanta de madrugada para rezarle devotamente. Pero lo hace en voz alta y no me deja de dar la brasa para que rece con él. Siempre me recuerda lo que le dijo un monje: ‘Rézale mucho, seguro que te ayudará a arrancar la suerte de las manos del destino’. Por lo demás, es callado, tranquilo y muy sufrido. Alguna noche se despierta sobresaltado. A veces, se concentra escribiendo cartas y poesías a su mujer”.

Los que estuvieron en las infernales cárceles de Sudamérica o Marruecos alucinan con Pereiro.

‘D’ no para de hablar. “Estoy limpio, podéis creerme, desde que estoy aquí no me he metido nada. Claro que hay, pero está muy cara”. Le pregunto si hay bandas por el centro. “El módulo en que estoy yo es bastante tranquilo. Aquí hay gente de diversas nacionalidades, algunos funcionan como clanes y hay presos muy curtidos. Los que estuvieron en las infernales cárceles de Sudamérica o Marruecos alucinan con Pereiro. Alguno da miedo. Claro que a veces hay tensión, miradas torvas, citas secretas para arreglar cuentas y, cierto, conozco a un tipo que en un pis pas te hace un pincho. Pero esas son excepciones, no suele haber jaleo y los ‘boqueras’ no presionan mucho”.

Se ríe pícaro. “Le estoy tirando los tejos a una interna del módulo de mujeres. No coincidimos demasiado pero ayer en la misa le di una poesía y ella me escribió: ‘Un beso donde más te mole”.

Nos despedimos. Alberto le muestra un libro ante la cristalera que nos separa. “Es El Quijote. Cervantes lo escribió en la cárcel de Argel”.

(Dudo si hacer el recado que me pidió. Ya tengo la dirección de su abogado de oficio. Mi misión es rogarle al letrado que no mueva sus papeles ni pida su excarcelación, pues viene el frío.

Cielo santo, ojalá lea las líneas subrayadas de El Quijote que hablan sobre la libertad).

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