Opinión

A ADOLFO SUÁREZ LE BESÉ EN LA BOCA

Ni él ni yo hemos sido nunca homosexuales. Fue una circunstancia casual. Adolfo Suárez llegó a TVE en 1964 de la mano de Jesús Aparicio Bernal, procedente del Instituto Social de la Marina, en compañía de Juan José Rosón y Faustino Ramos. Le nombraron secretario de las Comisiones Asesoras y años más tarde fue designado director de la Primera Cadena. Juan José Rosón es nombrado secretario general, y Ramos, jefe de la Oficina de Contratación -'busca putas', que así se hacia llamar amistosamente el que fuese, años más tarde, gobernador civil de Pontevedra-. Cuando se celebraron las elecciones correspondientes al denominado 'tercio familiar' se presentaron Aparicio Bernal por Alicante y Adolfo Suárez por Ávila, y con este último competía Emilio Romero el prestigioso director del diario Pueblo, quien tiempo después definió a su contrincante como 'el milagro de Santa Teresa'.


En aquellos días yo tenía la tensión que me suponía el inicio de separación de mi primera mujer. Adolfo, mi amigo Adolfo Suárez, me ayudó cristianamente a 'llevar mi carga' y me consoló. Aquella tarde, Adolfo estaba triste y cabreado. ¿El motivo?, para el día de reflexión se había montado la entrega a TVE por parte de la Delegación Nacional de Deportes de una medalla en agradecimiento por la promoción que del tenis realizó la Primera Cadena. Era un acto inmejorable para hacer propaganda de los candidatos: Aparicio Bernal y Suárez ante sus respectivos electorados. Más mira por donde, el máximo baranda, Jesús Aparicio, no quiso repartir gloria con nadie e impidió que Suárez estuviese presente en la ceremonia. Juan Rosón fue el encargado de ejecutar la orden. Adolfo, mientras me reconfortaba de mis adversidades, lanzaba dardos mortíferos contra sus superiores: '¡El imbécil de Jesús, hacerme esta guarrada!, ¡yo soy mil veces más político que él! ¡Todo por la simple razón de que mi padre era republicano!' La tensión externa y, por lo que ocurrió, la sanguínea fue subiendo hasta producir en el futuro presidente un 'soponcio'. '¡Araceli, Susi! ?grité-, ¡llamad al médico que Adolfo se ha desmayado!' Mientras llegaron las asistencias, y muerto de miedo, me lance a realizar una respiración boca a boca al inconsciente Suárez. La historia es la historia. ¡Te das cuenta Beatriz, le dijo Dante a su enamorada!

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