Opinión

Duquesa, ¡cásese, carallo!

No hay derecho, dicen que la quieren y solamente intentan fastidiarle una ilusión. Entre algunos de los hijos y el Rey, que bastante tiene el pobre, es un decir, con las cosas de su casa, me la están amargando. Ella como su, creo tatarabuela, doña María del Pilar Cayetana de Silva-Álvarez de Toledo, dicen que musa de Goya como Maja, no sé si de las dos majas, es amable, alegre, jacarandosa, vital y con gracia personal. La pobre no tiene suerte y sus maridos se le han muerto. El primero, Don Pedro Luis Martínez de Irujo y Artacoz, siete años mayor que la Duquesa y padre de todos sus hijos, la llevó al tálamo el 12 de octubre de 1947. Veinticinco años después el marido murió y sola quedó la duquesa. Triste y sola, como dicen los tunos que quedó Fonseca. Mas Dios vino a iluminar su vida y a ofrecerla un nuevo marido. La boda tuvo lugar el 16 de marzo de 1978. Seis años duró la viudez a Cayetana.

El nuevo esposo es tierno, culto, divertido, ex jesuita, ‘once años más joven’ y, según declaraciones de Doña Cayetana, un fenómeno en el lecho, en donde todos los días cortaba el dulce cupón del amor. ¡Un Induráin del Pikolin! La Duquesa sonreía más que nunca, no era para menos, pero la fatalidad llegó y, no sé si por los excesos denunciados o por la maldita casualidad, Don Javier Aguirre y Ortiz de Zárate murió. La Duquesa vuelve a estar triste. La chavalería más joven le causa preocupaciones. Bodas con parejas más jóvenes que los nobles y separaciones tempranas. Y, por fin, la Duquesa vuelve a sonreír. En su horizonte aparece un palentino ‘veinticuatro años más joven’ y ‘mocito’ que le hace ‘tilín’.’La Duquesa no sonríe, carcajea de alegría e ilusión’. Llegan los ‘malajes’, de los niños mayores y el Rey, y ¡ale! a jorobar a la enamorada. No está nada bien, pobre Cayetana, tiene el derecho de tener junto a ella, con lecho o cortado, a un pocholo tan educado y servicial. Creo que a todos nos apetece tener a cierta edad un amor veinte o treinta años más joven, carne fresca y sin arrugas, que porte un espíritu condescendiente, cálido y pecador, ¿o no? Antes éramos tan machistas que esas situaciones las veíamos mal en las mujeres y nos reíamos de los hombres que con tal se atrevían. Hoy, los hombres con la Viagra estamos salvados. ‘Duquesa, ¡cásese y sea feliz!’.


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