Éste era el pregón que cantaban las vendedoras de lotería la víspera del sorteo de Navidad y cuando el número de La Región de mañana empiece a llegar a sus abonados estaremos conociendo quien ha salido hoy vencedor en la confrontación de los USA.
Para una mayoría de americanos, según una mayoría gordísima de europeos el deseado no es otro que el hombre joven que se ha paseado por el territorio americano en mangas de camisa, con una portentosa voz y diciendo cosas que aquí suenan bien: Mr. O.
En el bando republicano, un señor mayor, que por la desgracia de participar en una guerra defendiendo a su Nación, mueve sus brazos como un muñeco de guiñol, dice cosas menos atrayentes para los europeos que su contrincante: Mr. Mc., que se le enfrenta acompañado por una vicepresidenta que cuasi repugna a la progresía europea.
Si nos fiamos de nuestro entorno, el triunfo de Obama será arrollador. Si pensamos en USA, que no sólo es Nueva York y Los Angeles, la cosa cambia.
Yo estaba en 1964 estudiando en la ciudad de los rascacielos, viví las explosiones raciales que enfrentaban a negros y blancos, comprobé que existía un problema que gracias a Dios se ha ido resolviendo, pero ¿está resuelto del todo? ¿hasta dónde llega el injusto temor al negro en la llamada América profunda? Una cosa son los deseos de los europeos y otra la decisión de los ciudadanos americanos. Cuando Reagan se presentó a la primera y segunda elección, la progresía española le auguraba una catástrofe. Los comentariastas de TVE se quedaron con una carita que daba pena y se tuvieron que tragar la euforia demócrata. Me temo que en esta ocasión ocurra algo parecido. Yo, por si las moscas, voy a poner un dos en la casilla americana. Ganará MacCain.