La selección de fútbol española venía cosechando desde hace poco más de un año las simpatías y reconocimiento de los aficionados. Desde el gol de Zarra en Maracana a la perfida Albión y el de Marcelino, años más tarde, ante los usurpadores del oro de Moscu, poco habíamos conseguido con la selección española. Cuando de vez en cuando conseguíamos un triunfo, los chavales cantaban entusiasmados: ¡Hemos ganao, hemos ganao, los del equipo colorao! En la conciencia colectiva, cuando se hablaba de la roja todos pensábamos en Dolores Ibarruri, alias la Pasionaria, controvertido personaje del siglo XX español. Desde que llegó al poder el actual presidente y manifestase su ilusión por sentirse rojo, se convirtió en corifeo de gardingos y pelotas que han tratado de enrojecer diversos aspectos de la vida española.
Últimamente se viene produciendo un fenómeno curioso: por un lado, en la Radio Nacional de España, conocida por RNE, se viene empleando un ardid bobalicón y pelota consistente en utilizar la suplan tación del termino nacional por el de la pública, no sé si con intención de favorecer la difusión de un diario nacional del mismo sonido -sólo que en miembro, en lugar de miembra- o tal vez la razón esté en que denominar a la radio estatal como nacional produzca a nuestro centrado Zapatero granos de sarampión, al mezclar el sentido de lo nacional en oposición a lo rojo. Lamentable favor hacen a la convivencia de los españoles los mastuerzos que de esta forma actúan. Abundando en lo dicho, se viene utilizando por numerosos compañeros de la información radiofónica y televisiva el calificativo de la roja para nombrar a la Selección Nacional de España. Coincidiendo con su último partido, la roja ha vuelto a perder y espero que, para no entristecer a nuestro eximio dirigente, los pelotas dejen lo de la roja para calificar a nuestra desaparecida Dolores y vuelvan a hablar del equipo nacional de España, de la Selección Nacional, que suena mejor y no tiene carga política alguna, y a la que deseamos que pronto le vuelvan a salir brotes verdes de los de verdad.