Opinión

El dúo Formoso-Besteiro

Lo dicen ellos mismos, pero además es verdad. A Valentín González Formoso y José Ramón Gómez Besteiro les une una estrecha amistad. Son amigos íntimos desde hace tiempo. Y a nadie se le escapa que esos lazos amistosos han tenido mucho que ver en que Besteiro sea ahora el delegado del Gobierno en Galicia y en que, si se lo propone, pueda volver asumir en un futuro próximo un papel destacado en el Pesedegá con permiso de Formoso. Eso sí, siempre con el refrendo de la militancia. Uno y el otro, que son o han sido cúspide del aparato en su partido, creen mucho en las primarias. De hecho en ambos casos sus liderazgos salieron de esas consultas directas con las bases, que por otra parte, es a las que corresponderá decidir, cuando toque, quién ha de ser el cabeza de cartel de los socialistas en las próximas elecciones autonómicas. 

Lo que no van a hacer nunca Formoso y Besteiro es enfrentarse, por más que se empeñen en ello algunos compañeros de partido y sus oponentes, sobre todo el PP, muy interesado en rentabilizar políticamente las fricciones que puedan generar entre ellos el papel institucional u orgánico que les ha tocado asumir en este momento. Cada uno está en su sitio y cada cual debe asumir las responsabilidades que le corresponden por el puesto que ocupa. La dichosa ley del litoral será solo el primer test. Al líder de los socialistas gallegos le toca defender posiciones estratégicas que posibiliten al PSdeG ocupar un espacio propio en el ecosistema político gallego, aunque para eso haya de distanciarse en un momento dado de La Moncloa o Ferraz. Mientras, el delegado del Gobierno es, ante todo, el agente comercial encargado de vender todo lo que de bueno el ejecutivo de Pedro Sánchez haga en, por y para Galicia.

Formoso y Besteiro han decidido complementarse. De facto, ya constituyen un duo. Lo suyo es cantar. Tratarán de hacerlo juntos y a dos voces, con diferente tono, pero con una misma partitura, procurando no desafinar. Tampoco quieren que a uno se le escuche más que al otro. No nos debería extrañar que en ocasiones, en asuntos delicados, Besteiro lleve la voz solista y Formoso no abra la boca o no le dé réplica. Y viceversa. De lo que se trata es de componer una melodía que suene bien. Lo que está claramente contraindicado para quienes están en un mismo bando son los desencuentros y las fricciones, que el electorado, empezando por el propio, suele castigar con severidad. Cuantos menos tiras y aflojas, mejor, aunque sean solo aparentes o tácticos. Compartir argumentario al pie de la letra tampoco es una buena opción porque la redundancia no refuerza el mensaje y aburre al público.

De sobra saben Besteiro y Formoso que se tendrán que enfrentar -ya se están enfrentando- a constantes intentos por erosionar la cohesión del duo. Están prevenidos frente a esa amenaza. La más corrosiva será seguramente la que -aquí y en Madrid- venga de dentro del partido, donde ambos tienen enemigos o antagonistas, no necesariamente compartidos, ni demasiado poderosos, pero decididos a dar la tabarra dentro de esa dinámica autodestructiva que, como si de una tara congénita se tratara, parece ir en el ADN del PSOE gallego. Para lo que están sobradamente preparados es para neutralizar las tentativas del Partido Popular, e incluso del Bloque, por desestabilizar el tándem. Son muchos los interesados en desviarlos de la ruta y evitar que, pedaleando acompasadamente, Don José Ramón y Don Valentín lleguen juntos y bien avenidos a la recta final de la carrera por la Xunta y con posibilidades, aunque sean mínimas, de alzarse con el gran premio.

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