Opinión

Horizonte electoral en clave gallega

Una vez que Pedro Sánchez tiene garantizada su reinvestidura y -salvo sorpresa mayúscula- se descarta la repetición electoral, ya nadie cree que se vayan a adelantar las elecciones autonómicas. La insistencia de Alfonso Rueda en contraponer la estabilidad institucional de la que goza Galicia a la olla a presión de la política nacional es interpretada por los que saben de esto como un signo claro de la intención del presidente de la Xunta de agotar una legislatura que sobre papel vence a principios del verano que viene. Su propósito es seguir gobernando en los próximos meses con toda la normalidad posible, y con nuevos presupuestos, hasta la primavera. En el puente de mando de San Caetano trabajan con la previsión de que las urnas pueden esperar hasta abril. Así daría tiempo a desplegar todas las medidas, en especial las de tipo social, anunciadas por el gobierno gallego en las últimas semanas, y las que vendrán.

A Rueda le viene de perlas la competencia -inesperada, impúdica e inédita- entre PSOE y BNG, entre Gómez Besteiro y Ana Pontón, para apuntarse el mérito de las medidas contempladas en el pacto de investidura suscrito por socialistas y nacionalistas. En el PPdeG creen que esa disputa, de momento amistosa, genera confusión en el electorado, con lo que probablemente ninguna de las partes contratantes le va a sacar rédito electoral. La dirección de los populares gallegos confía en que, con el tiempo, a no tardar, Besteiro y Pontón empiecen a confrontar entre ellos, puesto que se están disputando la condición de segunda fuerza en Galicia. Lo que se descarta es que estén dispuestos a presentarse ante la ciudadanía como un ticket electoral, a la que manera del que conformaron con éxito, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. Porque aquí el principal objetivo del Partido Socialista es “sorpassar” al Bloque.

Ya no hay en el entorno de Rueda quien se atreva a plantear un adelanto táctico, que ahora mismo supondría celebrar las elecciones en pleno invierno. Parece igualmente improbable que las gallegas vayan a coincidir con las europeas, el 9 de junio. El presidente de la Xunta es partidario de que Galicia tenga un espacio político propio, que los gallegos debatamos y votemos en clave gallega, pese a lo cual, sin embargo, no es descartable que volvamos a votar el mismo día que los vascos, como ha venido sucediendo desde 2009. En esto están de acuerdo con el Pepedegá tanto el Pesedegá como el Benegá y se supone que también Sumar, que, aún sin candidato presidencial, aspira a entrar en el Parlamento gallego y, si Rueda no consigue mayoría absoluta, integrarse en un gobierno progresista, en este caso tripartito. 

La gente que asesora a Rueda le sugiere que siga afianzando un estilo presidencial lo más personal posible y que marque distancias con el discurso político que emana de la calle Génova. Esa diferenciación, ideológica y táctica, es lo que le ha dado siempre buenos resultados al PP gallego, desde la época de Albor y Fraga hasta ayer. Es esperar también que desde Galicia, la única nacionalidad histórica gobernada por los populares, se haga una aportación útil y constructiva al debate que ya está irremediablemente abierto para reformular la estructura territorial del Estado. Ha de ser una propuesta firmemente autonomista, pero constitucional, en línea con la filosofía de la “administración única”, aquel invento del fraguismo que, por sensato, celebraron incluso sectores nacionalistas y federalistas. Esos que dicen seguir echando de menos, ahora más que nunca, a Don Manuel.

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