Opinión

Tellado, la hora del killer


Más que un muy fiel escudero o un colaborador de máxima confianza, que también, Miguel Tellado es quien le ahorra al doctor Jekyll Feijoo tener que convertirse en mister Hyde cuando la refriega política se endurece, la bronca pura y dura se impone al debate civilizado y hay que bajar al barro. Por eso se lo llevó a Madrid y por eso mismo ahora tira de él para que se encargue de desarrollar una parte fundamental de la estrategia de confrontación diseñada por la dirección del Partido Popular para esta tan polarizada legislatura. Este su momento. El de Tellado es el perfil ideal para endurecer al límite el discurso de una oposición que no va a dejar pasar ni una. Así lo han percibido el gobierno y sus socios, que reciben a Tellado con epítetos que probablemente el aguerrido diputado ferrolano hará buenos en cuanto se ponga a la faena. 

El nuevo portavoz del PP en el Congreso no es quien parece. Lo suyo tiene bastante de teatro. Tellado se sabe muy bien un personaje que asumió hace muchos años y lo interpreta a las mil maravillas, o por lo menos a satisfacción de su jefe y de las huestes a las que sirve. Muchas veces ni siquiera es él quien escribe escribe el guión, pero ya metido en ambiente asume el papel y lo desarrolla a la perfección, con maestría, aunque en ocasiones no puede evitar la sobreactuación. En la esgrima dialéctica se maneja muy bien, porque es mentalmente muy ágil, capaz incluso de improvisar. Sus estocadas son temibles. Nunca escurre el bulto. No suele fintar. Siempre va al ataque y asume los riesgos que haya que asumir.

No hay duda que Tellado es un político al que le gusta su oficio, que por otra parte es casi el único que ha ejercido después de haberse licenciado en Ciencias Políticas. De joven, en su etapa de estudiante no era precisamente un fraguista, ni de derechas. Se veía cercano a la izquierda nacionalista. Pero lo captó el PP e hizo de él lo que hoy es: para los suyos una figura muy útil y para sus detractores, un bulldog, un mamporrero, un macarra, nada menos. Sin embargo, y aunque lo parezca, en lo ideológico no es un conservaduro, dicen los que le mejor le conocen. Más bien se alinea con el reformismo que profesa su jefe, Feijóo, que es con quien tiene una deuda de lealtad. A Tellado ser moderado en el fondo no le impide ser contundente y hasta faltón en las formas.

Para su desembarco en la calle Génova, Feijóo se llevó de Galicia a unos cuantos de los peones, a un par de alfiles y a alguna reina con los que había ganado todas las partidas que jugó en el tablero político gallego. Él contaba con ganar las elecciones y gobernar, para lo cual esas valiosas piezas le serían muy útiles. Pero en la oposición, y cuando lo que toca es hacer política destructiva y a la contra, le sirven de poco. Quien más juego puede dar, porque va a estar en su salsa, es Miguel Tellado. Lo evidencia la forma en que le reciben quienes le tendrán enfrente y habrán de estar a su altura, a la de un killer verbal que jamás se arruga. Y que por su partido, y sobre todo por Feijoo, si tiene que matar, mata. Dialécticamente hablando, claro está. 

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