Opinión

El lapsus o el subconsciente

Importantes dirigentes de su partido, como su “número dos” en el Gobierno y el portavoz parlamentario, se han apresurado a decir que el “jefe” había tenido un lapsus cuando en la tradicional cena de navidad con los militantes en la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz: Mariano Rajoy se despidió de todos afirmando que estaba “ya preparando las próximas elecciones”. No han aclarado si se trató de un ‘lapsus linguae’, que es un tropiezo cometido al hablar, del estilo “los españoles son muy españoles y mucho españoles”, o si se trató de un lapsus que es “una equivocación cometida por descuido”, porque en el ambiente festivo en el que se encontraba cometió la equivocación política de decir lo que pensaba y en lo que está trabajando.

La vicepresidenta Sáenz de Santamaría ha descartado por completo que el presidente esté pensando en la convocatoria de elecciones generales a partir del 3 de mayo, cuando se cumple un año de la última disolución de una legislatura, que es el plazo legalmente establecido, o en una fecha inmediatamente posterior, y haga uso de su prerrogativa de disolver las Cámaras y llamar nuevamente a las urnas. El conspicuo Rafael Hernando ha sido menos contundente y ha aprovechado la ocasión para pedir a la oposición que reflexione acerca de esa posibilidad y que hagan un ejercicio de responsabilidad, porque ninguno de ellos se encuentra en las mejores condiciones para afrontar una nueva batalla electoral.

No parece que tras los primeros pasos de la legislatura en la que populares y socialistas han demostrado la cintura y el control de los usos parlamentarios que tienen, mediante los acuerdos expresos alcanzados y los diferidos de forma tácita que han achicado el terreno de juego a las otras dos formaciones nacionales, se vayan a convocar unas elecciones que podrían certificar el hundimiento del PSOE que tan buenos servicios presta al gobierno y que es el único que estaría sin un liderazgo reconocible, dado que tanto Ciudadanos como Podemos van a celebrar sus congresos, estos los mismos días que el PP y los de Albert Rivera una semana antes.

Ahora bien, una vez pasado el mes de mayo y celebrado el congreso del PSOE, y dependiendo quien sea su secretario general, la oposición tendrá también mucho que decir en cuanto al futuro de la legislatura, dada la situación de minoría en la que se encuentra el PP y la falta de seis diputados para la mayoría absoluta, incluso si se cuenta la coalición con Ciudadanos, de tal forma que el resto de la oposición bien podría plantearse la presentación de una moción de censura que llevara a La Moncloa a un candidato de consenso. Es cierto que para ese empeño haría falta el concurso de los independentistas catalanes y nadie de un partido constitucionalista quiere esos compañeros de viaje, al menos mientras los primeros no abjuren del referéndum de autodeterminación. Pero es una posibilidad como la convocatoria adelantada de elecciones.

Mariano Rajoy habrá pensado en todas estas variables y quizá el último pensamiento de la tarde del miércoles, antes del baño de multitudes, lo dirigiera a esa posibilidad para quitarse en medio al molesto partido naranja, dejar que la izquierda se despelleje y acercarse más a la mayoría absoluta. Quizá por eso lo que dijo no fue un lapsus, sino que le traicionó el subconsciente. O un aviso a navegantes.

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