Opinión

Los tesoros ocultos de Renfe en el viejo depósito de Ourense

Alguna vez me he referido a las circunstancias por las que Ourense se convirtió en el centro ferroviario de Galicia, sustituyendo a Monforte de Lemos. Ello se debió a la apertura de la línea a Madrid por Puebla de Sanabria y Zamora, por la que iban a circular los grandes expresos en lugar del anterior trazado por Monforte-León. Muchas familias de ferroviarios, entre ellas la mía, tuvieron que trasladarse a Ourense desde Monforte, que perdió gran parte de su población. Este fenómeno dio una enorme importancia al barrio de la pontina estación, desde cuyo centro de mando se controlaba el tráfico ferroviario de Galicia. Coincide este hecho con el proceso de modernización de la RENFE, y la progresiva sustitución del vapor por el diésel. Y ahora viene lo curioso de la historia que refiero.

Al depósito de Ourense llegaban las viejas locomotoras de carbón o las ya “fuelizadas” para ser sustituidas por las modernas diésel de las series 1600 y 1800 que tan alto rendimiento dieron a lo largo de su vida activa, inicialmente pintadas de gris y luego de su característico verde. Antes de ser achatarradas, se desmontaban algunos elementos característicos de aquellas viejas máquinas de vapor, entre ellos, los elementos de iluminación, de bronce y otros metales nobles. ¿Y qué fue de ellos? Desaparecieron, y no porque algún ferroviario se los llevara. Por puro abandono, sin apreciar su valor histórico y material. Seguro que si se vieran las viejas escombreras y el subsuelo del propio depósito hallaríamos alguna sorpresa. Pero hay que buscar.

Ferroviarios en la estación de Ourense.
Ferroviarios en la estación de Ourense.

El abandono de este lugar por parte de los responsables de la 7ª zona de RENFE, con sede en León, fue evidente durante años y largo tiempo, este depósito estuvo arrojando impunemente al Miño toneladas de residuos de fuel y otros productos, que dejaban en el río una estela de contaminación visible durante parte de su cauce.

Lo más triste es que todo ese material desapareció, está por allí enterrado o abandonado

Ourense pudo disponer, si a alguien se le hubiera ocurrido conservarlo, un museo del ferrocarril o, al menos, en alguna de sus estaciones, bien en la de Ourense-Empalme, como decoración, o en la de San Francisco, donde sobra el espacio, un museo evocador de su carácter como dentro ferroviario de Galicia. Y también de los viejos oficios de guarda agujas, guardesa, lamparero, mozo de estación o de los que iban en las casetas de los trenes de mercancías para frenar los vagones, o sea los guardafrenos. Pero lo más triste es que todo ese material desapareció, está por allí enterrado o abandonado. Y estaba el curioso nombre de los trenes de la época: El Shangai, el Coreano, el Ligero, el Mixto, el Corto, el Jaimito y otros.

En aquellos largos viajes con paradas en todas las estaciones y transbordos, en que desde Galicia a Barcelona se tardaban dos días, se practicaba una cortesía ferroviaria, cuando las familias llevaban una cesta de mimbre con la comida, por lo general tortillas y filetes empanados, y se invitaba a los compañeros de viaje de modo sincero (“¿Gusta usted?”) y se compartía llegado el caso aquella típica manta que se llevaba sujeta con unas correas y un asa.

Ya nos hemos quejado aquí del lamentable abandono de la vieja “Mastodonte” de la plaza de la estación, que es como un fantasma del pasado y que demuestra la falta de diligencia municipal que bien podría buscar mejor el modo de repararla dignamente, pues tiene que ser posible. Ya he contado que a los viejos ferroviarios les hubiera gustado más que fuera una “Cuatrocientas”, una “Mikado” u otras de las que anduvieron más por aquí. Pero lo de Ourense no es el único caso, ya que es frecuente encontrarse por toda España máquinas y trenes abandonados por doquier.

En todas las estaciones de España un cartel decía: “Hablad bien. La ley, la moral y el decoro prohíben la blasfemia”

Entre las cosas curiosas que se han perdido hay uno muy evocado, ya que antes de la palabra “Water”, servicios o sanitarios, en las estaciones a estos elementos se les llamaba “Evacuatorios”. Y en todas las estaciones de España un cartel decía: “Hablad bien. La ley, la moral y el decoro prohíben la blasfemia”. Y estaban los carteles de los servicios, de los por fortuna salve algunos en vagones abandonados: “Para agua, pisar pedal”, o “No hacer uso del WC en las paradas”, en algunos casos ya en varios idiomas. Y en aquellos viejos trenes de madera, aparte del riesgo de asomarse al exterior, dos inolvidables: “En interés de la salud pública, se ruega no escupir en los coches” y “Se prohíbe arrojar objetos a la vía, bajo las responsabilidades a que hubiera lugar”.

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