Opinión

“Nosotros”: el gato y el Bienhechor

El Viejo Milenario, después de una noche de pesadillas, se despertó bruscamente. Sentía una presencia extraña que le enturbiaba el ánimo; abrió los ojos y no daba crédito a lo que estaba viendo: en la ventana de su dormitorio, un gato blanco de aspecto fiero lo observaba como si se tratase de una golosa presa. Recordó la novela de Poe “El gato negro”, y observó con terror que al de la ventana le faltaba un ojo, como a Plutón, el de la novela. Se levantó repentinamente y el felino huyó despavorido. Después de un copioso desayuno y una fría ducha, se vistió con la lentitud que su estado le permitía. Encendió el televisor para escuchar las noticias más importantes y el locutor, con énfasis satisfactorio, resaltaba la extraordinaria victoria del Partido Popular en las elecciones al Parlamento de Andalucía: ¡un éxito sin precedentes, una holgada mayoría absoluta y una derrota sin paliativos de la izquierda! Apagó el televisor, se sentó en su sillón favorito, cogió el libro que estaba leyendo y se sumergió en la lectura… al poco tiempo se quedó profundamente dormido.     

Abrumado por la novela “Nosotros”, el anciano sueña con convertirse en narrador de una historia distópica en la que un enigmático Bienhechor controla una ciudad, cuyos vecinos han renunciado al “yo”, integrándose en un “nosotros” sin vida privada, subyugados por “el venturado yugo de la razón”. Creen ser felices a pesar de carecer de intimidad y de que su horario lo determinara un algoritmo creado por el “piadoso” dirigente. Con las medidas adoptadas, la cúpula creía que todo estaba controlado, despreciando al amor y al instinto sexual, fuente de libertad que permitiría iniciar una revolución liberadora que nunca será la última. El escritor ruso Zamiatin describió la vida de los habitantes de esa imaginaria ciudad y su obra fue prohibida por los soviets y en todo el mundo occidental.  Zamiatin era un populista ruso que creía en una revolución campesina y en la implantación de un modo de producción asiático, frente al sistema de acumulación capitalista de Estado que significó la NEP impulsada por Lenin. Las reflexiones de Zamiatin le hicieron recordar al anciano que la imagen del Bienhechor era similar a la tiranía con que Calvino sometió a la población de Ginebra en pro de una salvación eterna que él les garantizaba si se sometían a sus normas. Siempre hubo un nosotros.

 Cerveza, fiestas, jolgorio, sexo, alcohol, gritos, violencia, masificación, alienación. El objetivo, la defensa de lo nuestro: la cultura, el idioma, la raza, la familia, el clan, las costumbres, la anulación del yo, el triunfo del Nosotros. Que en Andalucía se haya destruido la sanidad pública no es óbice para que el Bienhechor controle nuestras vidas. Roberto Carlos lo cantó: “El gato que está triste y azul /nunca se olvida que fuiste mía…”.

El Viejo Milenario despierta dando gritos de dolor por los arañazos que le produce el gato blanco que, sediento de sangre, busca la venganza de quien ha criticado al Bienhechor, un hombre normal que está democráticamente legitimado para controlar al-Ándalus.  Soy yo y renuncio al nosotros, ya que nunca fue mía…

 La pesadilla anula la razón, el gato blanco no existe, es fruto del delirio de quien teme al dolor y no renuncia a la utopía de la felicidad. Pero hoy solo cabe felicitar a Juan Moreno por su incuestionable triunfo en las urnas; la democracia así lo exige.

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