Opinión

La guardia negra y la guerra de Troya

Hay una máxima atribuida a Epicteto que el Viejo Milenario suele recordar cuando algo ajeno a su entorno le produce malestar y las soluciones quedan fuera de su voluntad: “Cualquier persona capaz de hacerte enfadar se convierte en tu dueño”.

El Viejo Milenario tenía motivos para estar muy enfadado; los últimos acontecimientos ocurridos en las fronteras de las ciudades de Ceuta y Melilla ponían en evidencia, una vez más, la crueldad y la perversidad de la dictadura de Mohamed VI, el corrupto monarca del Reino de Marruecos. Pero lo que más ha irritado al anciano es la pasividad del Gobierno de España y sobre todo las declaraciones de su presidente apoyando y justificando la brutal represión de las “fuerzas de orden” marroquís.  Llegados a este punto cabe preguntar si en vez de negros pobres, enfermos y sin estudios fueran blancos, con estudios y de cultura occidental ¿habría la misma respuesta? Algo incomprensible para quién defiende los derechos humanos desde el compromiso ideológico que se supone a los socialistas. A la traición al pueblo saharaui, hay que sumar la defensa de la monarquía alauí que mata sin compasión a docenas de hombres y mujeres cuyo único delito es el tratar de huir del hambre, de la enfermedad y de la guerra. Además los últimos acontecimientos constatan la falta de soberanía de España en política exterior, siendo únicamente un apéndice de los intereses de EE: UU que tiene a Marruecos como principal aliado en la zona. 

 Huyendo de la esclavitud que le supone el enfado con Pedro Sánchez, a quién apoyó y defendió como líder del Partido y como presidente del Gobierno, el Viejo Milenario le recuerda a José Manuel Albares Bueno que haga uso de los conocimientos que se le suponen a todo diplomático, evitando cometer errores que destruyen los equilibrios construidos después de muchos años de estrategia que ha permitido una relación de aceptable vecindad con todos los países del Magreb. Aunque las monarquías en cualquier reino tienen un origen turbio y violento, la marroquí destaca por sus mentiras y por la reiterada manipulación histórica.  Los alauitas entraron en Marruecos en el siglo XIII. Su entonces joven rey, Al-hasan ad- Dájil, tenía la esperanza de ser bien recibido, pues su estirpe procedía directamente del profeta Mahoma. Pero la belicosidad y orgullo de las tribus bereberes y la autonomía de los beduinos le impidió controlar la mayor parte del territorio pues estos no aceptaron sus pretensiones de construir un reino para su linaje. En 1669, el último sultán alauí fue derrocado en la conquista de Marrakech por Mulay al-Rashid que estableció un nuevo linaje; después de la victoria sobre los Zawiya de Dila, que controlaban el norte de Marruecos, fue capaz de unir y pacificar el país y para ello organizó un ejército con esclavos negros (La Guardia Negra) que le propiciaron paz y seguridad.

El Viejo Milenario ha cumplido un nuevo siglo y huye de la ira, el odio y entre los recuerdos de adolescente está la lectura de la Guerra de Troya, donde una alianza de reinos (OTAN) Beocia, Orcómeno, Fócide, Lócrida, Eubea, Atenas, Salamina, Argos, Micena, Lacedemonia, Pilo…hasta 30 tratan de vengar el rapto de Elena (Ucrania) por Putin príncipe de Troya (Rusia).  Todo está escrito, no hay nada nuevo; solamente que Menelao no es Biden y Odiseo no se parece en nada a Pedro Sánchez.  Feijóo, para su desesperación, no está en el tablero ni se le espera.

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