Opinión

Hidra letal

La capacidad de percepción de los humanos no es ilimitada; nuestros sentidos envían al cerebro información para que éste la procese y recoja aquello que necesite para beneficiar al receptor. Un exceso de información que sobrepase el umbral máximo de percepción es tan inútil como su carencia; de ahí la habilidad de aquellos que ocultan lo sustancial adornándolo con un exceso de datos o reiterando lo superfluo en una superabundancia de palabras.

Estamos asistiendo pasivamente al espectáculo más degradante del capitalismo, que se traduce en una corrupción generalizada engendrada por un sistema económico inmoral y obsceno; siendo la banca el eje sobre el que giran los intereses de los que detentan el poder real, que actúan alimentados por una desmedida ambición. El capitalismo neoliberal es como una hidra de diez cabezas que opera con una provocadora inmunidad al no existir un Heracles capaz de destruir su monstruosa verocidad.

Todos quieren participar de una u otra manera en el enriquecimiento ilícito sin importarles las consecuencias que tenga sobre el conjunto de la población. Políticos, deportistas, banqueros, empresarios, intelectuales, aristócratas, clérigos… Los hay de todas las ideologías, conservadores, liberales, socialistas, comunistas, extremistas, populistas, teocráticos, autarcas… Su procedencia es de cualquier país, estado, nación, continente; del norte, sur, este y oeste. Como una inmensa mancha de aceite la corrupción se apodera de los espíritus. Hasta los que se creían ejemplo de comportamiento, como Lula da Silva, Vargas Llosa, Almodóvar, Sigmundur David (primer ministro islandés), Cameron, Mauricio Macri… y un largo etc, presuntamente han sucumbido al poder de la riqueza.

Patriotas de salón, moralistas hipócritas, profetas del temor, políticos demagogos, casi nadie está libre de sospecha. El capitalismo sabe como comprar la debilidad humana, su frialdad, su falta de ética, la impunidad y la profunda avaricia son terreno abonado para convertirse en putrefactos esclavos del dinero.

Y mientras tanto, la banca española no duda en anunciar reducción de platilla, con el consiguiente despido de trabajadores, se trata de obtener más beneficios ¿para quién? Una banca que colabora con los presuntos defraudadores para ocultar sus riquezas en paraísos fiscales, en proteger a grandes fortunas buscando los artilugios necesarios para eludir sus obligaciones fiscales.

Y nos amenazan con crisis, nos obligan a salvar al sistema bancario, nos asustan con la posible pérdida de nuestros ahorros, hablan de la necesidad de salvaguardar el sistema y garantizar su funcionamiento. Y los pueblos asisten impasibles al dominio de la feroz hidra. Menos mal que nos queda José Alberto Mujica Cordado, ex presidente de Uruguay. Quizás pudo haber sido un moderno Heracles si los dioses le hubiesen ayudado.

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