Opinión

¡Horror!

El recibo de la luz no se entiende, llama para que te lo expliquen! Grita desaforadamente el ama de casa. El teléfono arde, una y otra vez se intenta conectar con la empresa correspondiente y una vez conseguido, tras múltiples intentos, una voz en off repite insistentemente: “En este momento no podemos atenderle, nuestros operadores están ocupados, gracias por esperar…”. Después de una interminable espera, un operador nos desvía a otro número. El encargado o encargada de darnos explicaciones nos aturde con datos y se contradice con otro compañero que le ha precedido en la información. Paradójicamente otras compañías invaden la intimidad del hogar buscando nuevos clientes y trasmitiendo información que una vez contrastada resulta claramente engañosa y confusa; el más honesto es el menos mentiroso.

A la batalla por la energía se suma al asalto de las telefónicas que ofrecen grandes servicios por precios irrisorios, cuando la realidad es que las prestaciones son cada vez más deficientes. ¿Qué pasa con internet? ¿Qué hay que hacer para ser usuario de la fibra óptica? ¿Cuál es el procedimiento para obtener la visita de un técnico que ofrezca un servicio de calidad? ¿Dónde está el servicio técnico? Los grandes beneficiarios son los famosos de la televisión que venden el producto como si se tratase de la solución definitiva de nuestros problemas.

La banca suprime oficinas, reduce personal, dificulta la gestión del ahorrador, reembolsa por cualquier servicio, explota a sus empleados, recauda por ahorros ajenos, colabora con presuntos evasores facilitando la opacidad en paraísos fiscales. Pueden cobrar comisiones por usar cajeros automáticos, pensiones incobrables, estafas de guante blanco, abandono del rural, venta de productos basura y operaciones especulativas carentes de ética.

¿Tiene cita? Respuesta negativa. Vaya a urgencias, horas de espera, masificación, contagios, saturación del servicio, profesionales agotados. Intentos de conseguir contacto para nueva cita, teléfono bloqueado, múltiples llamadas, deterioro del servicio, escasez de personal, listas de espera ilimitada, nueva cita, sustitución de la titular, diagnósticos por teléfono: angustia, depresión, ansiedad.

Citas, citas, más citas… la red se colapsa, encriptada la gestión, vuelva mañana, haga copias, teléfono averiado, energía escasa, fallo en la red, escasez de chóferes, de albañiles, de pintores, de fontaneros, de encofradores. Espere su turno, filas, filas y más filas.

Masas impacientes, violencia contra violencia, desencanto, fascismo, racismo, xenofobia. Ocio y más ocio, juventud decepcionada e indolente, robotización, alienación. Y cita. Cita para tener número de otra cita. ¿Tiene número? Deme la clave, si no la tiene deme el número secreto, ¿Tiene el pin? No, necesito el código y el número de la SS, mejor la clave de la tarjeta bancaria. Descargue la APP. ¿Le falta la tarjeta de socio y el jeroglífico de apertura? ¿Qué numero tiene usted?

Hombres de traje negro, mujeres con chaqueta de ejecutivo, un ejército uniformado que controla el orden de acceso al maratón, al gimnasio, a la piscina. ¿Tiene carné de socio? ¿Qué número de cliente tiene en el club? ¿Tiene invitación?

Números de pago, números gratuitos, número del módem, código del correo, número de la ITV, número de la rifa, número de víctimas, número del recibo, número del contrato… números y más números. A la hora de describir las exigencias de la estructura socio institucional “Moderna” se impone a los sujetos individuales su clasificación como número y el que se oponga sucumbirá ejecutado por miles de llamadas telefónicas a un número imaginario. Porque, en definitiva, somos un número.

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