Opinión

Lamed Wufniks

La tormenta con una gran carga de electricidad estaba próxima, los estruendosos truenos eran casi simultáneos con el relámpago que les precedía y, para aumentar la confusión, las inclemencias de la naturaleza se mezclaban con el ruido del tráfico rodado, muy intenso por comenzar ese día las vacaciones estivales. Pero el medio ambiente siempre gana e incluso cuando pierde, su inagotable fuente de recursos le hace invencible: ¿Cuántos rayos, chispas y relámpagos puede descargar en una sola noche?, ¿Cuánta agua puede convertir simples arróyelos en amazónicos ríos? Sin duda el ansia de descanso, esparcimiento, sol, arena, agua, sexo empujaba a millones de españoles a una frenética huida de su zona de confort, que en la mayoría de los casos era la cárcel de sus espíritus. Aun sabiendo que cualquier aventura está llena de pequeños inconvenientes: averías, precios de los carburantes, problemas digestivos, huelgas de trenes, retrasos de aviones suspensiones de vuelos, enfermedades de los niños, abandono de los ancianos…y a veces accidentes que trasiegan los más meticulosos planes. Sin embargo nunca ha habido una tormenta tan devastadora como la conducta destructiva de la civilización humana en los últimos años. Solo los estoicos explican la causa: “Cuando un hombre no sabe hacia dónde navega, ningún viento le es favorable” (Séneca) 

El Viejo Milenario lleva muchos años tratando de encontrar algún miembro de los “Lamed Wufniks”, los hombres o mujeres que forman parte de los 36 justos que avalan ante Dios la existencia de la humanidad en la Tierra. Borges los incluyó en su magistral obra “Los seres imaginarios”. Ni ellos mismos conocen la trascendencia de su secreta misión. Si se hiciera patente morirían y serian sustituidos por otros humanos. Viven humildemente, no desean protagonismo alguno, no odian, carecen de envidia, aman a su prójimo y trasmiten alegría con sentido del humor creando un clima de convivencia que hace feliz a los que comparten su existencia.

Estimado lector, en tu entorno probablemente has convivido con familiares y amigos que podían ser miembros de los “Lamed Wufniks”. El Viejo Milenario, en su dilatada vida, está convencido de haberse relacionado con algunos de ellos, que por su conducta intachable eran merecedores de tal distinción. En su visita a Jerusalén pudo contemplar el árbol plantado en honor de Oskar Schindler que para el pueblo judío era un Wufnik. Manteniendo el anonimato cita alguno que ha tenido una vida ejemplar: una virgen laica que dedicó su vida al cuidado de su cuñado paralítico, al que amaba en secreto consumiéndose sin obtener ningún beneficio. Un humilde esposo y padre de familia numerosa que soportó con fidelidad el desamor de su amada y displicente esposa. Un maestro héroe legendario de poemas épicos, eternizado por el reconocimiento de sus discípulos. Una mística doctora que adoptó un niño con parálisis cerebral y le hizo feliz. Un sabio que dedicó su vida a la sanación facilitando el camino a los enfermos hacia el equilibrio de cuerpo y el espíritu. La bondadosa anciana hospitalaria, buena madre, excelente esposa, abuela ejemplar, hija amantísima y humilde cristiana. Un torturado que supo perdonar a quienes lo maltrataron. Un maestro que convivió en la aldea como uno más y recibió el homenaje de su pueblo. Una médico que además de curar las enfermedades era mecenas de los necesitados. Una trabajadora social por su dulzura con los pacientes. Un líder sindicalista por su dedicación a mejorar la vida de la clase obrera sin contraprestación alguna… 

Piensa en los que conoces tú y entenderás porque el barco soporta la terrible tormenta sin zozobrar. La tripulación no sucumbió en Babilonia.

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