Opinión

Lotes

Después de transcurridos más de 25 años desde el comienzo de la devaluación de las ideologías, por su inadecuación a la solución de los problemas planteados después de la caída del muro de Berlín, hoy, los partidos políticos y la misma sociedad hacen un uso peyorativo del término ideología, tratando de desprestigiar un sistema de pensamiento que conlleva una concepción del mundo que se mantenga inalterable, con axiomas inadecuados a nuevas variables, como son la tecnología o los avances científicos. La sociedad demanda pensamientos flexibles y acomodables que eviten prejuicios que frenen las conquistas alcanzadas y eviten debates dogmáticos que tantos dolores de cabeza producen.


Conscientes de ello, los partidos políticos elaboran bases programáticas que simplifican las propuestas que la sociedad ha de percibir dentro de cada uno de los procesos electorales. De ahí la inconsistencia filosófica que respalda cada acción partidista; se elaboran lotes de ofertas electorales en función de la coyuntura en que se desarrolla la acción política, y se buscan fidelidades que agrupen a los sectores más influyentes o las de aquellos que configuran las llamadas ‘bases’. Para conseguir la estabilidad piramidal, imprescindible en todo grupo que aspire al poder, es necesario que las cúpulas estén constituidas por responsables vin culados al poder institucional, conjugando su control orgánico con su participación en la vida ‘oficial’.


Cuando esto no es posible, se ‘liberan’ o profesionalizan orgánicamente a aquellos efectivos necesarios para cohesionar y organizar al grupo. Se crean así superestructuras donde nadie o casi nadie participa desde la sociedad civil, lo que genera grupos de poder endogámicos muy condicionados por su dependencia económica. Esa es una de las razones fundamentales de la fidelidad indiscutible al líder y a todo el aparato que él representa; la frase ‘el que se mueva, no sale en la foto’, es de aplicación a todas las organizaciones políticas.


El problema se plantea cuando el lote ofertado tiene fisuras o interpretaciones que ponen en riesgo los resultados necesarios. Las estrategias partidistas, en esos casos, acentúan el enfrentamiento con el adversario y reviven las confrontaciones ideológicas que cohesionen al grupo, y refuerzan su presencia en el extracto social más próximo.


Partiendo del hecho que todo individuo necesita su identificación con el grupo y que éste es más numeroso si se consigue el éxito en sucesivas contiendas electorales.


En el caso de que no dé resultado, como última solución, se cambia el lote y se oferta un paquete distinto que sea más atractivo. A las agencias de viaje les funciona.



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