Opinión

Templo de espiritualidad, el Machu Picchu

Majestuoso!, ¡extraordinario!, ¡impactante!. Que difícil es describir las sensaciones que experimenté ante la visión de las singulares ruinas del Machu Picchu; me quedé clavado, extasiado y perplejo. ¿ Cómo es posible que en paraje tan abrupto se haya construido un asentamiento tan espectacular? El cerebro trata de retener la imagen enviada por los ojos, procurando eternizar un presente irrepetible. ¡Cuánta belleza!,¡ ¡cuánta armonía!, ¡cuánta energía!; el pacto no subscrito entre el hombre y la naturaleza ha creado una enigmática obra que, en cualquier caso, llena el espíritu de quién la contempla.

Quizás la clave de tanta belleza este en la unión de la ciudad con las montañas protectoras que la circundan. La veneración que produce en el espectador, nos retrotrae a los ritos eleusinos de la antigua Grecia, tal vez los dioses del Olimpo hayan participado en las ceremonias del intihuatana (roca que se usaba como reloj solar) en equinoccios y solsticios sureños compartiendo el culto con las sacerdotisas del Acllahuasi. En este lugar privilegiado lo místico se funde en el paisaje en una divina armonía generando una energía liberadora de alienaciones robóticas.

La ciudad, rodeada por un muro piremetral de 400 m, tenía un solo acceso, la llamada puerta sur. En su interior se organizaba la vida de los casi mil habitantes que la poblaron durante más de cien años. Se conservan los edificios más importantes: El Palacio real, el Templo del Sol, el Templo del cóndor, la casa de tres puertas, el almacén de alimentos, la Plaza sagrada flanqueada por el Gran templo y el templo de las tres ventanas. En el exterior se pueden observar las innumerables terrazas dedicadas a la agricultura, donde preferentemente se cultivaban patatas, plantas medicinales y maíz; aunque también tenían su espacio las flores.

No es de extrañar que el inca Pachacútec quedase impresionado al contemplar por primera vez el paisaje sagrado de los montes que configuran el entorno de lo que había de ser la ciudad sagrada del Machu Picchu. El monarca comprendió que el lugar era idóneo para establecer una relación directa entre mundo astronómico, la fuerza de la naturaleza y la espiritualidad humana.

He querido comprobar personalmente la salida del astro rey en aquel escenario único, para ello me he levantado a las cinco de la mañana y he subido en el primer autobús que hace el viaje desde Aguas Calientes a la entrada del monumento. Éramos pocos los que estábamos a las seis contemplando el hermoso amanecer, he sentido una sensación de paz y sosiego observando como los rayos del sol iluminaban lentamente la ciudad mágica de los incas. Y por instante me sentí transportado a un mundo donde el hombre se encuentra con su destino y sentí el placer de pertenecer al Todo primigenio. Una experiencia única.

Te puede interesar