Opinión

Violencia

Lo que es violencia para unos, es represión para otros. Lo que es barbarie para la mayoría, es derecho de manifestación para la minoría. Una sentencia dentro del marco jurídico del Estado de Derecho, se convierte en “venganza” para los que la consideran al margen de la Declaración de los Derechos Humanos. Las fuerzas de orden se mudan en fuerzas de ocupación (incluso la propia policía autonómica) para los radicales independentistas. No importan los derechos de los anónimos sufridores de los desmanes de irresponsables agitadores que no hacen otra cosa que desacreditar la libre y legitima elección de los que optan por la independencia de Cataluña. Coches quemados, docenas de policías y manifestantes heridos por la dureza de la confrontación, viajeros que han perdido sus vuelos, trabajadores que no han podido acudir a sus lugares de trabajo, enfermos que han soportado las algaradas de los que disfrutan con la violencia generalizada y, sobre todo, ignorados ciudadanos que solo aspiran a vivir en paz y que ven alteradas sus costumbres temiendo por su seguridad. 

Un presidente trasformado en un agitador de masas, al margen de su rol institucional. Un partido corrupto convertido en la vanguardia de la autodeterminación. Banderas convertidas en blasones de la lucha contra el convecino. Amistades rotas, familias enfrentadas, clima social enrarecido y, paradójico, delincuentes satisfechos. Violencia y más violencia. ¿Dónde vas Cataluña?

La derecha, echando gasolina al fuego; los españoles, crispados e indignados; los catalanes, engañados y manipulados; Europa, estupefacta y expectante; la izquierda, dubitativa, y el franquismo, renaciendo de sus cenizas y amenazando con el regreso al futuro. ¿Y el Gobierno? Tal vez prudente y atento. 

Mientras esto sucede, los Pujol Ferrusola se frotan las manos; todos ellos disfrutan de una dorada libertad, sus millones les garantizan un futuro lleno de brillantes aventuras. Nadie se acuerda de ellos, nadie les exige la devolución del dinero obtenido ilegalmente. Cuanto más agitación, confrontación, desgobierno y anarquía, más impunidad en los ladrones de guante blanco. 

Cataluña languidece mientras su agonía despierta a la bestia del nacionalismo fascista de la España “joseantoniana”. Los herederos del Imperio claman una cruzada contra los separatistas que rompen la nación. ¿Dónde está la mesura? ¿Diálogo? Palabras y más palabras. Hay que escuchar al “otro”, hay que argumentar, hay que proponer salidas airosas para todos. Todo ello dentro del marco constitucional y las leyes que garantizan las libertades y la convivencia. ¡Qué difícil! 

Estamos asistiendo a la derrota de la política, a la incapacidad de los dirigentes de los partidos para dar respuesta a un problema que trastorna la convivencia ciudadana. Si el “brexit” acabó en acuerdo, todo es posible; hasta que la violencia sea reconocida como tal. En Quito, en Hong Kong, en París y por supuesto en Barcelona hay conflictos violentos, y el que no lo vea es que su percepción está alterada por su ideología. 

Te puede interesar