Opinión

Reflexiones de un lector

Me ha correspondido vivir en una sociedad enmarcada por dos circunstancias históricas: una dictadura de casi cuarenta años y una democracia con dificultades para arraigar en una sociedad como la española.


A mis veinte años, uno sentía la necesidad de fortalecerse con ideas capaces de ayudarme a salir adelante en un mundo desconocido y amenazante.


¿Dónde hallar estas ideas-fuerza? Creí encontrarlas en la filosofía. Pero no en el pensamiento sublime del ‘divino’ Platón, con sus arquetipos eternos, concebidos fuera de las coordenadas de espacio y tiempo. ¿Dónde, pues? Una lectura obligada dentro de las aulas del nacionalismo español era el ‘Idearium español’ del granadino Angel Ganivet. Leyendo a Ganivet encontré un pensamiento que resultó muy útil para mi especial circunstancia. Dice así, más o menos: Sean cuales quiera las circunstancias por las que atraviese tu vida, sean de las que llamamos prósperas o de las que calificamos de adversas, mantente de tal modo firme que al menos se pueda decir de ti que eres un hombre.


Este texto que reproduzco no es literal, pero es de Séneca. Ganivet presenta a Séneca y al senequismo como la esencia del ser español.


Y Séneca vino en mi ayuda para enfrentarme a un ambiente que me asfixiaba.


Nuestros profesores de Historia de los años cincuenta nos transmitieron una idea sublimada del ejército, que poco o nada tenía que ver con la realidad concreta de un cuartel. Al encontrarme allí, el choque con la realidad fue brutal y decepcionante. Mi senequismo ingenuo me inyectó fortaleza.


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