Opinión

Cartas Galicia - Madrid: ¡Peligro, expertos sueltos!

Javier Quero - ¡Peligro, expertos sueltos!

Querido compadre Itxu:

Hoy termina en Madrid la feria de San Isidro. Alguna vez he ido a Las Ventas y siempre han llamado mi atención esos espectadores que desde su localidad y cubata en mano abroncan al torero por no saber torear, insultan al ganadero por no saber criar ganado e increpan al presidente del festejo por desconocer los más elementales principios de su función. A este sector del público se le denomina colectivamente como “expertos”.

El experto, paradigma del cuñadismo patrio, habita entre nosotros y ocupa cargos de relevancia en las instituciones. Pontifica sobre lo que desconoce, sentencia acerca de lo que ignora y, sobre todo, cobra por opinar.

Sólo hay una cosa peor que un experto: un comité de expertos. Estos son los que al principio de la pandemia desaconsejaron el uso de mascarillas y semanas después obligaron a llevarla a todo ser humano que aún respirara. Por poner un ejemplo. Actúan desde el anonimato y sin desvelar dónde consiguieron su título de experto. Además, poseen enorme capacidad de adaptación, pues hoy pueden ser expertos en epidemias y al día siguiente, en vulcanología.

Te supongo informado, querido Itxu, de lo ocurrido recientemente en Extremadura. Dos localidades, Don Benito y Villanueva de la Serena, decidieron unirse en un solo municipio. No parecía tarea fácil, pero, referéndum mediante, se consiguieron salvar las dificultades administrativas que cabría esperar y concitar la voluntad a favor de los vecinos. Todo bien. Ya sólo restaba elegir un nombre común. Tan ímproba tarea fue confiada a un comité de expertos que, tras arduas deliberaciones, ofreció dos posibles topónimos: Concordia y Mestas. El resultado de tal decisión: los alcaldes de ambos pueblos tuvieron que ser escoltados por la Policía para protegerlos de los vecinos que buscaban su linchamiento y el del comité de expertos. Pon un comité de expertos en tu vida y te la fastidiará. Total, que lo de Concordia no se logró, ni en nomenclatura ni en actitud, y lo de Mestas transmutó en Mestás tocando las pelotas.

El hábitat natural de los comités de expertos son los ministerios y consejerías. Ahí encuentran alimento, nidifican y se dedican a lo que mejor saben hacer: sembrar el caos. El Ministerio de Consumo, por ejemplo, debe de tener no uno, sino varios comités de expertos funcionando, pues es imposible concebir tamaño número de paridas por minuto si no hay mucha gente esforzándose en ello. La última del titular de la cartera, convenientemente asesorado por su manada de expertos, ha sido recomendar a la población que comparta electrodomésticos con los vecinos para contaminar menos. Así que ya sabes, Itxu, cuando hayas de hacer la colada llama a casa de tu vecino e infórmale de que vas a hacer uso de su lavadora en cumplimiento de las recomendaciones del Gobierno. Si te lo curras un poco, igual hasta consigues que te planche las camisas. Piensa en el amplio horizonte que se abre ante ti: Ver el fútbol en la tele del vecino, enfriar las cervezas en la nevera del vecino y hasta usar el microondas del vecino para prepararte un café con mala leche.

Lo mejor son los ejemplos de conducta cívica e incívica que ponen desde el Ministerio. Si eres vegano, te mueves en bici y compartes piso y electrodomésticos con unos cuantos amigos, te conviertes en ciudadano ejemplar. Si, por el contrario, formas parte de una familia de tres miembros con lavadora y lavavajillas y además comes carne y conduces un coche diésel puedes ser considerado como célula terrorista. Estoy deseando visitarte, junto a una montaña de calcetines sucios, para demostrarte mi conciencia medioambiental que, seguro, sabrás apreciar.

Itxu Díaz - La solución burocrática del guion

Querido compadre Quero:

Me alegra que hayas ido a tu San Isidro. Mi última vez en Las Ventas fue contigo, y qué maravilla aquellos cubatas fresquitos en la plaza y la panzada de después en las tabernas taurinas. Es posible que hubiera toreros y toros en el ruedo, no lo recuerdo. Desde ese día soy más taurino que Manolete.

Solemos criticar los comités de expertos que organizan los políticos pero, si hemos de ser justos, es un reflejo de la sociedad española. El nuestro es un país de expertos. En cualquier calle, pones una valla, y al instante aparecen tres o cuatros acodados, fumando o comiendo pipas, y opinando sobre lo que sea. Quizá ni siquiera se trate de algo exclusivamente español, sino humano. Y quizá tenga algo que ver con aquello que retrató Dave Barry al analizar nuestro comportamiento al volante: “La única cosa que une a todos los seres humanos, independientemente de la edad, el género, la religión o el origen étnico, es que todos creemos que somos conductores por encima de la media”.

Lo asombroso es que hayan decidido que era una buena idea llamarle Concordia. Si los ciudadanos hemos soportado el cambio de todo el maldito callejero español, eliminando generales y generalísimos y sustituyéndolos por Calle Amor, Calle Tolerancia, Calle Democracia, Calle Consenso, y Calle No a la Guerra, es solo porque no existe algo como un sentido de pertenencia a una vía. El nombre de los barrios, en cambio, ya no se atreven a tocarlo.

Y el nombre de una localidad son palabras mayores. En la España que no suele salir en el telediario no se andan con bromas. Pueden tolerar el mal gusto, la estupidez, y hasta la corrupción. Pero lo que no perdonan es la cursilería. No deja de haber cierta justicia poética en el hecho de que, ante el éxito de la propuesta de Concordia, los alcaldes de ambas localidades tuvieran que salir escoltados por la policía, porque los vecinos querían expresar su voluntad de concordia pateándoles el culo.

Los pioneros en eso de las fusiones recientes están aquí en Galicia. En 2013 se unieron los municipios coruñeses de Oza de los Ríos y Cesuras pasando a llamarse Oza-Cesuras. Hubo concordia, si bien ese horrible guion hace que el nombre resultante parezca un partido de fútbol. Años después se produjo otra fusión, y la Xunta volvió a apostar por el guion, resultando el municipio de Cerdedo-Cotobade.

Lo bueno de la solución burocrática del guion es que elimina las pasiones. Y no deja espacio a la creatividad. Si se ha armado el pollo en Don Benito y Villanueva de la Serena es solo porque los alcaldes han permitido a los expertos ponerse creativos. Una temeridad.

Don Benito, que tiene un nombre precioso, se fundó a mediados del siglo XV. Ninguna inspiración de expertos puede mejorar la tradición de seis siglos de historia. Los políticos contemporáneos, casi sin excepción, padecen el mal del inaugurador oficial, se creen que están inventando la democracia, la nación, la lengua y la ley a cada minuto. Desprecian la tradición y la historia, que incluso se atreven a reescribir.

Figúrate, compadre, cómo será, que el Gobierno se ha propuesto impugnar la historia de la Filosofía y en los nuevos libros de texto se repudiará a Platón, Aristóteles, San Agustín y Santo Tomás de Aquino por machistas. No hay nada más ridículo que la estupidez contaminada por la soberbia. Si vas a ser un idiota, al menos intenta ser humilde, muchacho. Y saca tus sucias manos de la historia del pensamiento occidental.

Pensar que Irene Montero y Pilar Alegría pueden enmendar la plana a Platón y a Santo Tomás de Aquino parece una broma macabra de nuestro triste destino.

 

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