Opinión

Cartas Galicia - Madrid: Reyes que van y vienen

Javier Quero: Reyes que van y vienen

Querido compadre Itxu:

Los Madriles están muy movidos esta semana debido a la visita del emir de Qatar. Para que te ubiques, Qatar es un país árabe del tamaño de Murcia pero en el que cualquiera que vaya por la calle y se encuentre un billete de 100 euros ni se agacha a recogerlo. En Qatar atan a los perros con longanizas y la gente no juega a la lotería, no vaya a ser que les toque, porque en las cuentas bancarias tienen overbooking. Una fantasía, vamos. Ah, y además los ciudadanos no pagan impuestos. Allí, si uno tiene la tentación de hacer la declaración de Hacienda, sale el emir y grita aquello de “¡está tó pagao!”.

Como verás, Qatar y España no se parecen mucho. Cuando dos naciones son muy diferentes lo llaman brecha cultural. Tratándose de España, en vez de brecha, yo lo llamaría descalabro. Aquí, hace diez años, ser mileurista era una desgracia y actualmente es un lujo. Por eso nos han hecho los ojos chiribitas al saber que el emir está dispuesto a invertir en España 5.000 millones de euros. Alguien que venga a nuestro país a dejarse ese pastizal sólo puede ser un pirado o el emir de Qatar, al que la posibilidad de perder 5.000 millones debe preocuparle lo justo tirando a poco.

Pero no creas que todo en la vida de este potentado es felicidad ni que la dicha la da el dinero. Ha venido el emir con su mujer. Una de las tres. Tener tres esposas significa tener tres suegras y un número indeterminado de cuñados. ¿A que ahora empiezas a compadecerle? Para colmo, se ha sabido que el emir no come jamón ni bebe vino. De hecho es vegetariano y abstemio. ¿A que ahora podrías incluso despreciar su mísera vida?

La cuestión es que a este señor, desde que llegó, le hemos estado haciendo la pelota, como corresponde tratar a un sujeto que trae pasta a la España del sanchismo. El propio Pedro Sánchez, con la cerviz en ángulo de 90 grados, ha emulado a López Vázquez dirigiéndose a él como “un admirador, un esclavo, un amigo y un siervo”. Salvo Errejon, Rufián y todos esos que siempre se oponen a la creación de riqueza y empleo productivo, incluido el suyo, Madrid se ha volcado con el emir. No me extrañaría incluso que desde Moncloa hayan advertido al presidente del Real Madrid que a lo mejor no era tan buena idea fichar a Mbapé y tocarle las pelotas al emir, dueño del PSG entre otros pasatiempos. No sé si el alcalde Almeida, reconocido rojiblanco, aprovechó su encuentro con el multimilmillonario para terciar en el asunto y procurar que el jugador se quede en París. Lo que sí sé es que le entregó la llave de oro de la ciudad, gesto extraño para el emir porque en su país las llaves de cualquier piso son de oro.

Qué distinta la vida de un rey de los emiratos de la de uno de aquí, donde ni jubilado te dejan ir a dormir a casa de un amigo. Con ochenta años, sin cargo alguno, ni siquiera judicial, y una hoja de servicios a su país cuyo balance es “qué barato nos ha salido para todo lo que le debemos”, es de traca que no pueda venir cuando le plazca. Como si tuviese que pedir permiso a los de Esquerra o a los de Bildu, que son los que cortan el bacalao. El rey ha representado bien a España hasta con lo de Hacienda, pues sabido es que, de cada diez españoles, quince tienen problemas con el fisco. Que haga lo que le dé la real gana. El rey tiene vida privada, pues lo contrario sería estar privado de vida. Y aún así, debatimos sobre si es correcto ir a comer con su familia a su casa. ¿Dónde mejor? No me los imagino almorzando en un burger king por muy king que sea el burger. Querido Itxu, tú que estás en Galicia, dale recuerdos si te lo encuentras y dile que le esperamos en Las Ventas, que la feria continúa.

Itxu Díaz: Entre pitos y flautas

Querido compadre Quero:

Leo sin asombro tus consideraciones sobre el jeque y el jaque, el jaque de nuestro Rey Emérito al Gobierno. Lo que realmente no soporta Sánchez es que ni él ni sus ministros pueden asomar el pico por ninguna ciudad de España sin llevarse una somanta de pitos, y que en cambio don Juan Carlos haya sido recibido aquí entre aplausos y gritos de “¡Viva el Rey!”. La envidia es más antigua que el republicanismo. Y más corrosiva. A los de izquierdas les deja atónitos este inesperado comportamiento espontáneo de los españoles, quizá porque olvidan aquello que dejó escrito Gómez Dávila: “La naturaleza humana siempre coge de sorpresa al progresista”.

Otro que se ha llevado una buena pitada es Marlaska, en la jura de nuevos policías de la escala básica en Ávila. Y es lo mínimo que podría llevarse, después de que Sánchez se refiriese como “piolines” a los 12.000 agentes que se jugaron la vida en Cataluña durante el golpe de estado del 2017. ¿Piolines? Piolines que velan mañana, tarde y noche por tu seguridad, hasta cuando sales a tomar una copa con tu séquito de coches oficiales, hasta cuando te vas de festivales, hasta cuando las muchedumbres de pueblos perdidos de España intentan decirte a la cara el daño que les estás haciendo a sus economías y a la nación. Lo de Sánchez no es exactamente lo propio de un canalla. Tal vez aún no se ha inventado la palabra para definirlo.

Mientras te escribo estas líneas, la alcaldesa socialista de Salobreña acaba de anular el empadronamiento de Macarena Olona, con el objetivo de tratar de impedir que pueda presentarse a las elecciones andaluzas. Ante una actuación sin precedentes contra un partido democrático, la mejor respuesta y el mejor análisis es el que ha ofrecido Santi Abascal: “tienen miedo a que los andaluces elijan”.

Y es verdad. Resulta divertido el miedo que le tienen los machotes de izquierdas a Macarena Olona, que es una chica educadísima que ni siquiera levanta la voz cuando abofetea a Sánchez en el Congreso, y lo hace con admirable sentido del humor. Sospecho que hay dos cosas que les dan especial miedo a los socialistas y comunistas: que es una mujer indiscutiblemente libre, y de inteligencia acreditada. Pinchan en hueso con ella. Pero el tejemaneje de la alcaldesa ha servido para confirmar algo: parece evidente que el tirón electoral de Olona en Andalucía está siendo muy superior al que imaginábamos. Al final, sin pretenderlo, la alcaldesa le ha hecho la mejor campaña a Olona. Son así de inteligentes.

Solo hay un caso de pánico similar al que la izquierda sufre con Olona y es el de Isabel Díaz Ayuso, que cada vez que se enfrenta con Mónica García en el parlamento, a la de Más Madrid hay que recogerla del suelo en pedacitos. Y sin hacer nada especial, que Ayuso tampoco necesita desmelenarse para defenderse de la más macarra de la oposición, tan solo se limita a no poder perdón por existir, por creer que la libertad y la derecha son moralmente mejores que el comunismo y la izquierda. Feijóo, que nos está sorprendiendo estos días con desconcertantes declaraciones, debería grabárselo a fuego y dejar de intentar suscitar la compasión que la izquierda jamás le va a conceder. Con su experiencia, resulta inaudito que aún no lo haya aprendido.

Antes de despedirme, no puedo evitar unas líneas sobre la viruela del mono. Ha dicho Simón que no debería haber transmisión en España, de modo que hay que asumir que vamos a morir a todos. Habrá que estar atentos. Mi consejo es que si notas que vas por casa colgándote de las lámparas y que no paras de comer plátanos, es hora de salir corriendo al veterinario.

 

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