Opinión

La democracia no es lo que estamos viviendo

Votamos en las municipales, autonómicas (sólo en España), generales, europeas. Tenemos personas que hemos elegido, pero desgraciadamente hay otros que son capaces de emitir directivas que nos afectan muy directamente y no son elegidos por nuestros votos. Cierto, llegan con el aval de nuestros representantes, pero no son en la mayoría de los casos los que querríamos si hubiese votación. El Parlamento Europeo tiene mínimas atribuciones y no pueden parar lo que se decide desde la presidencia u otros organismos burocráticos de la UE.

Nos han impuesto una Agenda 2030 que en la situación que estamos no tiene sentido. Sigue las normas de los oligarcas globalistas, algunos de los cuales se creen mesías, que cuentan a su alrededor con una serie de personajes la mayoría fanáticos o con unas buenas dosis de dinero recibido. Ha bastado la invasión de Ucrania por Rusia, presidida por Putin, para que esa agenda se venga abajo, muestre sus deficiencias que podrían paliarse si tomamos las decisiones correctas ahora. Estamos al borde de la quiebra del legado milenario de Occidente. Los oligarcas se están frotando las manos, sus ingresos se incrementan, mientras en Europa descienden. Estamos sufriendo, y aún no ha terminado, una emergencia energética -sólo algunos países están tomando medidas correctoras- sin que nos movamos, salvo reclamaciones de ayudas a la UE. No es únicamente el problema energético, lo tenemos en la agricultura, donde miles de hectáreas se están dedicando a huertos solares en detrimento de los productos agrícolas que necesitamos, cuando se especula con una hambruna mundial. 

Siendo todo lo anterior gravísimo, lo peor es que estamos ante una sociedad fracasada, con una natalidad en baja, incremento de suicidios, muchos de ellos impensables hace pocos años en jóvenes. La droga se encuentra por todas partes, así como “manadas” violadoras, sin que se tomen medidas para evitarlo. No son suficiente las leyes, hay que aplicarlas para que sean disuasorias. Vigilar que no se produzcan, sin eliminar ninguna de las libertades. Tenemos que reconducir la situación a los valores que han hecho que podamos gozar de una sociedad moderna y de igualdad por lo que tenemos que seguir luchando. No queremos “panem et circenses”.

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