Tras muchas reuniones entre las compañías eléctricas y el Ministerio de Industria, Energía y Turismo no se ha llegado a ninguna solución. Ha cambiado el nombre de Tarifa de Último Recurso (TUR) por el de Precio Voluntario al Pequeño Consumidor (PVPC), y pagar por el coste diario de la energía, cuyo precio se establecerá en función de la demanda de luz que haya en cada momento. Ya se venden aplicaciones para Smartphone para saber cuándo es el momento más barato, además puede consultarse diariamente en la web de Red Eléctrica (www.ree.es). Como el precio en el primer trimestre del año ha sido menor que el real, las compañías eléctricas deberán devolver a los consumidores 310 millones de euros acogidos al PVPC, incluyendo impuestos. Por lo publicado, no están de acuerdo, lo que conlleva como es habitual que el consumidor pagará ese sobreprecio. Este nuevo sistema requiere un nuevo contador que tiene un coste mensual de 0,81 euros, lo que supone una subida del 40% respecto a los viejos (0,54 euros). Ya están iniciando su cambio, que comunican al usuario con una potencia contratada inferior a 15 kW. Este cambio está ocasionando algunos problemas, especialmente a los usuarios que tienen la Tarifa con Discriminación Horaria (conocida también cómo Tarifa Nocturna), que obliga a tener que reclamar a las compañías.
La medidas tomadas no resuelven la cuestión de fondo, y mucho menos el nuevo recibo, que no es solución de nada. Seguimos con la energía eléctrica un 40% más cara que el resto de los países; el precio se reparte en 41,2% por peajes, 37,4% por la energía y 21,4% de impuestos. Y seguimos teniendo una dependencia exterior del 70 % del consumo de energía interna. No es solución reabrir Garoña, la central nuclear más antigua del país, que produce el 1,4% de la energía eléctrica generada, 17 años más; tampoco la anulación de la normativa aprobada por el Gobierno que piden las renovables, que sustituye el sistema de primas por una rentabilidad razonable a lo largo de la vida útil de la planta. Lo que necesitamos es realizar un cambio de política energética acorde con el medio ambiente, para llegar tener una energía sostenible, autosuficiente y barata, cómo la de los países más avanzados del mundo.
