Opinión

Que pueda oír tu alma

Martes de Carnaval, día bello como la infancia; tomo mi disfraz de franciscano; tizno mi frente con ceniza para ver con más claridad la vida. 

Oculto y feliz, como si estuviese en el vientre de mi madre, me lanzo a las calles. Al fin, los golpes que me ha dado la vida me enseñaron que en primavera hay que bailar en las rúas.

Protegido por el disfraz, ahora que los seminarios y monasterios mudan en hoteles de confort, camino por las calles mojadas. Maldita sea, casi sin interrupción, escucho aquí y allí a las comparsas cantar tal si fuera un salmo ‘Ay, campanera’. Aquel himno de posguerra que suena a casa sucia, donde solo vive gente vieja.

Aún recuerdo el día que el filosofo me dijo: “Te acercas a mí con tu máscara de palabras, cállate, para que pueda oír tu alma”.

¡Socorro!, quiero huir pero todo el pasado me acosa. Hasta amigos muertos que me saludan borrosos cantan la jodida canción. En un tugurio me empujo un fogoso licor café. El azar me lleva a las Burgas, veo a alguien que camina hacia mí con alas en los hombros, sorteando enfermos que lavan sus heridas en las aguas calientes. Ha venido por el agujero del tiempo, es Xaime Quesada, que le hace un dibujo a una moza por la que corre la buena sangre ourensana.

Me rozan sus fugitivos dedos, siento que trae un recado de hechizo para Auria. Caen versos de mis ojos y contemplo Ourense: el flujo de vida levemente fatal que nos circunda; ese afán de apariencia que mata lo sencillo; esa extraña debilidad que reside en los que la habitan; doblar la cerviz, ese pecado capital tan común. ¡Ah!, muñeca de trapo herida de alfileres.

Camino calle adelante y me topo con el inolvidable Toñito Patata. A su vera está la multitud casi bíblica de estrafalarios, tipos originales, artistas sin suerte. Afirmó el viejo doctor Cabaleiro en el 59: “Ourense tiene más locos y personas extravagantes que cualquier lugar del mundo”.

(Perpetua ‘Ay campanera’, el himno de un tren sin destino. De pronto, veo una larga procesión con antorchas. Me hago a un lado, van por encima del tiempo. Estoy en la calle de la Paz. Son las presencias de la generación Nos. Hacen signos y conjuros. Le pregunto a alguien por el secreto de su regreso, qué hacen aquí entre nosotros vivientes:

“Vienen este Martes de Carnaval a encender el alma de esta ciudad apagada”.

“Sigue el mundo su paso, rueda el tiempo, van y vienen máscaras”. )

Te puede interesar