Opinión

La opa catalana

La opa catalana le ha salido mal al independentismo, regular al constitucionalismo e incierta al sanchismo. La victoria incuestionable del PSC de Illa, aunque sin mayoría absoluta, no clarifica el futuro catalán y complica el panorama político nacional. El posible tripartito de PSC, ERC y Comuns-Sumar da la suma, pero se enreda por la caída de los republicanos que no estaban inicialmente por votar a favor tras el adiós de Aragonés. Hay opciones de investidura sin entrar en el gobierno catalán, pero a costa de sacrificar la estabilidad necesaria. Resulta inviable una mayoría absoluta constitucionalista con PSC, PP y Vox, que también da la suma, siempre y cuando interpretemos que los socialistas catalanes son constitucionalistas, lo cual es discutible para los de Feijóo y Abascal. Los populares quintuplican con 15 escaños su representación, hacen desaparecer a Ciudadanos y ganan a Vox, que tiene un sólido suelo electoral en Cataluña. El independentismo no llega a la mayoría y ha sufrido un correctivo que le permite a Sánchez mantener el relato en espera de la amnistía y de las elecciones europeas, aunque no le garantiza la tranquilidad en Madrid. Gana tiempo como hizo con sus 5 días de reflexión epistolar  en espera de los resultados del 9J, fecha del calendario electoral que determinará la presente legislatura tan irresponsablemente enfangada.

Gran error de Aragonés al adelantar las elecciones catalanas, que se pueden repetir en caso de que no termine de conformarse un pacto de gobernabilidad. Esquerra ha salido escaldada de su entendimiento con Sánchez. Y Junts, o sea, el prófugo Puigdemont, no dudará en utilizar el chantaje de sus votos en el Congreso nacional que mantienen a Sánchez en la Moncloa para reclamar la presidencia de la Generalitat en una investidura a dos bandas. El candidato huido y reclamado por la justicia española está en su derecho, pues también Sánchez perdió las elecciones frente a Feijóo y es presidente de España con los 7 votos de la derechista burguesía convergente catalana, además de otros apoyos legales de dudosa catadura moral.

La opa (oferta pública de adquisición) a la presidencia de la Generalitat está repleta de incertidumbres, chantajes, tacticismo electoral y cierto revanchismo separatista, herido en su orgullo por el abandono de la mayoría catalana, harta ya de dirigentes vividores de la DUI, el procés y la República Independiente de la nada. A todo eso hay que añadir el panorama judicial y político del sanchismo con los casos Ábalos, Pegasus y Begoña que no han hecho más que empezar, de forma que si hay una repetición electoral en Cataluña no se puede descartar un golpe de efecto de Sánchez adelantando las generales o haciéndolas coincidir con las catalanas en octubre. El sudoku es cada vez más complejo y la política española está sobrepasada por la falta de mayorías razonables que permitan estabilidad y certidumbre. La opa catalana a la política nacional va camino de convertirse en un culebrón hostil como la opa del BBVA al Sabadell. 

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