Opinión

¿Habrá que recordarlo?

Por exigencias de la caridad, los cristianos deben ayudar y socorrer al necesitado con la mano derecha sin que se entere la izquierda. Caridad alardeada es contraria al espíritu evangélico. Con todo, y en honor a la justicia, sería necesario recordar los servicios que la Iglesia católica en España está prestando, muchas veces de forma anónima, a la sociedad.

Estas son las cifras: 5.141 centros de enseñanza; 990.774 alumnos (ahorran al Estado 3 millones de euros por centro al año);107 hospitales (ahorran al Estado 50 millones de euros por hospital al año); 1.004 centros, entre ambulatorios, dispensarios, asilos, centros de minusválidos, de transeúntes y de enfermos terminales de sida; un total de 51.312 camas (ahorran al Estado 4 millones de euros por centro al año).

Gasto de Cáritas al año: 155 millones de euros (salidos del bolsillo de los cristianos españoles). Gasto de Manos Unidas: 43 millones de euros (del mismo bolsillo). Gasto de las Obras Misionales Pontificias (Domund): 21 millones de euros. 365 centros de reeducación para marginados sociales: exprostitutas, expresidiarios y extoxicómanos: 53.140 personas (ahorran al Estado, medio millón de euros por centro). 937 orfanatos; 10.835 niños abandonados (ahorran al Estado 100.000 euros por centro). El 80% del gasto de conservación y mantenimiento del Patrimonio histórico-artístico (se ha calculado un ahorro aproximado al Estado de entre 32.000 y 36.000 millones de euros al año).

A todo esto tenemos que sumar que casi la totalidad de personas que trabajan o colaboran con Manos Unidas, Cáritas y en las parroquias, son voluntarios sin sueldo (aunque a algunos les extrañe, hay voluntarios que trabajan por los demás sin pedir a cambio un salario), realizando su labor de manera desinteresada. Esta es la razón por la cual el Estado sigue dando algunas ayudas a la Iglesia Católica, porque le sale muy barato. Lo asombroso es que nadie (o muy pocos) saben de este ahorro esencial para la economía española.

Al oír ciertas voces en contra de la comunidad eclesial uno queda sorprendido de su falta de realismo ante estas cifras. Posiblemente sería necesario que se diesen una vuelta por los comedores sociales de Cáritas y de muchas comunidades. ¿Cuántos comedores para indigentes, hospitales para enfermos terminales y de sida mantienen otras organizaciones políticas? ¿A dónde puede ir un necesitado a pedir un bocadillo a sus distintas sedes?

La situación de crisis y de tantos hogares y personas necesitadas y en paro, encuentra muchas veces la comprensión y la ayuda en las organizaciones de la Iglesia, y aquí radica su mérito: hacerlo sin esperar recompensa y acogiendo sin preguntarles su credo político o religioso.

Te puede interesar