Opinión

Incomprensible caos

Lo que estamos viviendo en estos tiempos con la guerra de Ucrania produce los más tristes sentimientos de estupor, malestar y perplejidad inmensa. Las escenas que nos ofrecen los medios de comunicación y las noticias que nos llegan de aquella parte de Europa parecen sacadas de otra época que creíamos olvidada. La amenaza de una confrontación mundial está latente. 

Todo ello como fruto de una época sin líderes auténticos, sin savia nueva que encarrile este mundo por unos derroteros más humanos y más acordes con el siglo en que vivimos. Carecemos hoy en día de esos líderes y, según se vislumbra, el inmediato futuro carece de elementos que nos ayuden en nuestro optimismo. El mundo está en manos de una gerontocracia. Ya vemos la edad de Biden, como la del mismo Trump. Y lo grave es que sus sucesores ni se vislumbran. Como dice el refrán gallego, “en ruín gando hai pouco onde escoller”.

Pero centrándonos en Ucrania, está surgiendo una solidaridad única y Ourense está demostrando gran altura y sacrificio. La situación lo reclama. Es muy triste observar lo que está pasando, ¡espeluznante! Ver las fosas comunes interminables, y sobre todo el espectáculo en las estaciones de tren y al lado de los autobuses, que están liberando a parte de aquel pueblo, es para llorar amargamente. Rostros de niños y niñas que desde la ventanilla de los medios de transporte se despiden entre lágrimas antes de emprender un camino en el que desconocen su futuro. Edificios destruidos, comunicaciones rotas y medios de comunicación manipulados, producen un desolador ambiente. Y después, parte de la Iglesia ortodoxa rusa así como el dictador Maduro desde Venezuela, protegiendo y aplaudiendo al desconcertante Putin. Increíble.

Pero aún hay más contradicciones. Nos estamos quedando sin combustible y, en el colmo de la perplejidad, EEUU parece que quiere negociar con Venezuela, que ha sido tan vilipendiada por las distintas administraciones estadounidenses. ¿Eso es coherencia? Parece que lo que está moviendo al mundo hoy en día es únicamente el interés, el tener, sin importar los principios humanos fundamentales. Porque en definitiva está existiendo una terrible carencia de humanidad. Eso indican los continuos bombardeos y el interminable goteo de muertos de una y otra parte.

La paz bañada con sangre nunca puede ser tal, y esto parece desconocerlo el dictador ruso que pone en vilo a toda la humanidad. Son millones de euros los que llegan a ambos lados. Interminables gastos en armamento y en el sostenimiento de cientos de miles de soldados. Es el mundo el que está llamado a cambiar radicalmente porque mientras hay hambre por todas partes los desembolsos para las guerras siguen aumentando. ¿Cómo pueden existir corazones capaces de convivir en este clima? ¿De verdad les interesa la paz?

Y, mientras tanto, se vienen abajo hospitales infantiles, residencias de la tercera edad y un sinfín de edificios emblemáticos de Ucrania. Tristísimo espectáculo el que estamos viendo y que sigue adelante sin cesar en los destrozos mientras el pueblo ucraniano lucha por su independencia y libertad. Personas sensatas, comenzando por el papa, reiteradamente piden el cese de la confrontación, pero ni caso les hacen por desgracia. Y el panorama a corto y largo plazo para nada es halagüeño, todo lo contrario, por desgracia. Esperemos que alguien sea capaz de convertir los corazones de tantos desalmados. 

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