Opinión

¡Menos mal!

En medio de tanta crisis, problemas y tantos jaleos (que en portugués se llaman "sarilhos") menos mal que el fútbol nos da ahora un respiro. Ya decían en el “antiguo régimen” que cuando había conflictos se organizaba un partido de fútbol. Buen relajante para la situación presente.

Y ni les cuento la que se está armando aquí en Lisboa. El Estadio da Luz estará a rebosar el día 24. Conseguir una entrada es más difícil que buscar un grillo en la nieve. Han sido incontables los que han acudido a mí y a otros contactos para obtener una para entrar en el campo benfiquista. El precio que algunos han conseguido en la reventa está alcanzando cotas astronómicas, con miles de euros de por medio. Menudo agosto el que están haciendo los hoteles con increíbles precios. Vamos a ver si me animo y alquilo mi habitación y me voy a dormir a la playa de Estoril metido en un saco, que por cierto me regaló tiempo ha un buen amigo ourensano. Toda una parafernalia de por medio.

De todo ello se va a beneficiar la maltrecha economía portuguesa, ¡que falta le hace! Y precisamente va a coincidir el evento con la salida de la célebre troika que ha traído al país por la calle de la amargura.

Con este caldo de cultivo, Lisboa, la “ciudad de la luz”, va a estar a tope. Es el tema de conversación de todos los corrillos y ese día va a ser glorioso, y veremos si sirve para que de una vez por todas los portugueses se olviden de Felipe II y del, para ellos, socorrido dicho de que "de Espanha nem bom vento nem bon casamento". Porque las penas con dinero son menos y éste les va a dar un muy buen respiro, comenzando por la hostelería. El deporte como antídoto es una buena solución para muchos quebraderos de cabeza. Bueno, relajante solución para los que ganan o van a competir porque para los que han ido cayendo por el camino les queda ver los toros desde la barrera. Están en juego más de diez millones de euros para el ganador y más de seis para quien se quede a las puertas de las mieles del triunfo.

Claro, y sin que esto sea un jarro de agua helada, a uno le entra la duda de si el deporte se ha desviado de sus orígenes más limpios. Porque el cúmulo de operaciones económicas, muchas veces oscuras, acrecienta esa duda. Se ha convertido en un negocio más en el que, en medio de la crisis, los futbolistas siguen acumulando cantidades increíbles. Los dirigentes siguen a su aire sin tener muy claro si lo que les interesa es el deporte o más bien sus cuentas bancarias.

Me comentaba un amigo con hijos en la universidad que él les aconseja que dejen la carrera porque el paro en arquitectura, derecho, económicas, lengua, historia... es enorme. Al preguntarle yo qué pretendía entonces para sus vástagos me respondió sin titubear: "Que se dediquen al fútbol o a la política, que ahí el paro no existe".

Volviendo al comienzo, bienvenida sea esta final histórica de la Champions en la que podremos disfrutar de un encuentro entre dos equipos de la misma ciudad y en la que en Lisboa, esta ciudad tan cosmopolita, se hablará español por los millares de hispanos que la van a invadir. Al final del partido, y gane quien gane, que será español, los que residimos en Lisboa estamos citados en la estatua simbólica del Marqués de Pombal para festejarlo. Otra impensable idea ¡los españoles en la avenida da Liberdade lisboeta y arropando al Marqués de Pombal mientras en Madrid se llenarán a rebosar ya sea la Cibeles o Neptuno! ¡Si resucita Felipe II nos cuelga! Estas celebraciones suelen hacerse en torno a una fuente, pero aquí la del Rossío carece de ese caché.

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