Opinión

La paradoja del "chorizo" y el presunto

Miren ustedes por donde al jamón le llaman "presunto" en Portugal, que dicho sea de paso subió su consumo en el país vecino en los años noventa gracias a un ourensano, Ángel, que habiendo sido designado delegado de una empresa española importante del ramo, hoy con irreparable desgracia, unificó el mercado, anexionó marcas y elevó el tiempo de curación. Fue así como se consumió más jamón, que, desde luego, nada tiene que ver con nuestro pata negra o el de bellota.

Pues muy bien, a los corruptos en Portugal, mientras están siendo investigados, se les llama "presuntos". Les falta ponerles Presuntos Implicados para redondear el tema musical... Y aquí en España los denominamos "chorizos". Vamos, que todo viene del cerdo al que se le aprovecha todo como se le atribuye al pontevedrés Don Peregrino que, según la anécdota, dicen que dijo nada menos que un 15 de agosto para honrar a la patrona: La Peregrina.

Entonces, y para que me entiendan, de lo que se trata es de comer, "papar" de lo lindo, poniéndose morados con las deliciosas tajadas del porcino. Miren por donde creo cierto aquel dicho que recuerda: "De la mar el mero, de la tierra el cordero, de las aves la perdiz y mejor la codorniz...¡pero si o porco voase!" Anécdotas aparte, cuando abundan "presuntos" y sobran "chorizos" sería menester otorgarle carta de especial ciudadanía al que ahora hasta se mata de un tiro para que su sufrimiento con el cuchillo tradicional sea menor. Eutanasia por la que, llegado San Martín, deben darnos pena para evitar aquel encuentro de un pavo y una gallina en vísperas de Navidad. La gallina felicita al pavo las fiestas a lo que el pavo al igual que los capones de Villalba le responde airado: "Tu... madre".

Alberto Quintana, inteligente historiador y amigo, me manda este adjunto: "Que curiosos son los idiomas. En portugués jamón se dice presunto, mientras en castellano el presunto es casi siempre chorizo". Justito lo que decía el pequeño humorista. Todo alrededor del cochino, puerco o cerdo que esos nombres tiene. Todos poniéndose como tales mientras los sufridos contribuyentes esperan a que pase la crisis y, mientras, contemplando atónitos que ésta es sólo para un sector porque los demás siguen poniéndose morados, rojos, negros y amarillos degustando los productos porcinos.

Por lo que se colige, si se me permite colegir, el hambre de cerdo se da aquí, allá y acullá y, además, en algo incomprensible, a los que deben permanecer en una celda se les envía comida aparte de los demás. Bien creo que nunca les faltará ni el buen jamón pata negra ni el cantimpalo o los chorizos de A Cañiza o de Lalín que están deliciosos. Es así la vida actual. Como decía aquel sabio amigo: "Serran de arriba e o serrín cae para os de abaixo". Ni más ni menos.

Aunque parezca triste y paradójico estamos viviendo en la cultura del "chorizo" y el "presunto" hasta tal punto que va a ser necesario que en nuestras prisiones monten una granja de cerdos porque se van a arruinar nuestras instituciones penitenciarias manteniendo a tanto sujeto al que aquel periodista deportivo llamaba con gracia "chupópteros", que eso son algunos, contagiando, cual ébola venenoso, a innumerables personajes que se convierten en depredadores de nuestra sufrida democracia que está a punto de entrar en la UCI.

¿Lo van entendiendo o se lo explico en la pizarra? Como vean, me lo dicen o me lo cuenten que es lo mismo: un gracioso cuento de "presuntos" y "chorizos". Mientras ustedes se entretienen con estas soporíferas líneas me van a permitir que vaya a la cocina a por unas buenas lonchas de jamón y una rajas de chorizo que también tengo derecho. ¡Qué caray!

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