Opinión

Plausible costumbre

Se ha ido introduciendo entre los jóvenes estudiantes una costumbre que les ayuda a todos los niveles. Es la de aprovechar parte del verano para trabajar ya sea como camareros, repartidores y demás servicios.

Buena idea para la juventud que pasa el año en las aulas gastando dinero de sus padres y que aprovechan la época de vacaciones para, en primer lugar, tener algún dinero pero también para después poder satisfacer algunas de sus necesidades sin  tener que depender de los padres. Buena idea, plausible costumbre. Personalmente tengo muchos alumnos que siguen este sistema. Recientemente me encontré en un restaurante con uno que estudia biología y otro relaciones internacionales. Ambos muy contentos y me decían que además del sueldo las propinas que dejan algunos acrecienta este incentivo.

Si lo anterior es bueno más aún lo es la experiencia del trabajo y a veces con jefes que ni siempre saben comprender y ayudar humanamente a estos empleados y empleadas. Que, ya desde jóvenes, sepan lo que es trabajar con un horario y tratar al público, también a veces impertinente, es muy positivo. Así podrán agradecer más el esfuerzo de tantos padres que hacen equilibrios económicos para llegar a fin de mes y pagarles los estudios.

Uno de los camareros que cito más arriba me decía que es de Lisboa pero que va a estudiar su carrera a Coímbra y quiere causarle el menos trastorno a los progenitores. Muy bien.

Porque, y esa es otra, hay un grupo que pasa todo el año en las aulas poco más que calentando la silla y llegan los exámenes y suspenden chafando las vacaciones de la familia y teniendo que estudiar para setiembre. 

El trabajo siempre dignifica y enaltece a la persona; y a ser conscientes que con ello están ayudando, a todos los niveles, al progreso de la convivencia y de la sociedad en general. 

En definitiva todo esto va en contra de tanto ocio que la juventud de hoy tiene. Múltiples utensilios muchas veces foráneos con tecnología incluida, que entretienen de la mañana a la noche a los adolescentes y jóvenes. Es una verdadera droga como viven algunos presos de la música, de las costumbres del momento aturdidos muchas veces por un ruído que algunos llaman música. Y vibran con ello. Es así esta generación que, por otra parte cuenta con un elevado número de personas conscientes de ello y que llevan sus carreras a buen término. Sin duda entre estos salen algunos de la universidad muy bien formados.

Por eso lo del comienzo debiera ir introduciéndose cada vez más en bien en primer lugar de los que lo practican y consiguientemente de sus mismas familias y del bienestar del grupo. Nunca la vagancia condujo a nada y sí los buenos expedientes que hoy en día las empresas, con toda justicia, miran con lupa observando también su formación general y el esfuerzo que conseguirán si trabajan.

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