Opinión

Una señora

Tras la abdicación del rey Juan Carlos se están trasmitiendo infinidad de opiniones de lo más variado. Entre ellas la que se relaciona con la figura de la reina Doña Sofía. Se merece el mayor de los reconocimientos en esta hora de cambio. Una Señora. Ella ha sido desde su boda con el entonces príncipe, un ejemplo de discreción, cercanía y buen hacer. Siempre en la sombra y únicamente se dejó ver en los momentos precisos, evitando todo protagonismo que, por otra parte, ha merecido y merece. En la ayuda a los necesitados, en las catástrofes naturales en muchas partes del mundo ha sabido acudir y estar presente. Una Señora.

Una madre siempre al lado de sus hijos en momentos nada fáciles y con posturas sumamente difíciles, sabiendo anteponer el corazón de madre a lo "políticamente correcto". Ha sabido sufrir como pocas ante situaciones sumamente delicadas en las que incluso también ha sabido estar en la certeza de cumplir su misión de reina y esposa discreta. Bien suponemos que ha tenido momentos en los que posiblemente lo más fácil hubiese sido tirar la toalla, pero fue consciente de que el sufrimiento también es un servicio a las causas nobles. Una Señora.

Su estatus lo ha sabido cumplir, para lo cual venía debidamente preparada desde la casa real griega. Es todo una Señora que sabe estar con mayúscula en un cometido tantas veces complicado. Una Señora.

Muy posiblemente, de toda la familia real sea ella la intachable persona que goza del reconocimiento y afecto del pueblo. Persona culta y siempre con una inmensa hambre de conocer, descubrir los entresijos de la cultura, la etnografía y el ser del mismo pueblo. Es así como ha apoyado sin fisuras al mundo de la cultura y de las necesidades sociales. Su figura impertérrita y siempre detrás del rey la hizo respetada y querida. Una Señora.

Ese sufrimiento del que hablamos y que se ha acrecentado, por desgracia, en su familia en los últimos tiempos, lo ha reconocido el pueblo que tras rumores y comentarios ha querido descubrir la realidad de una mujer sufriente y firme; con estilo elegante y señero; y con porte regio y a la vez cercano. Una Señora.

Desde la boda de la periodista Letizia, ahora reina de España, se ha manifestado con múltiples complicidades con su suegra, dando la impresión de que entre ambas existe una muy buena química. Sería de anhelar que eso así sea y que haya asimilado el estilo y porte de su suegra, por bien suyo en primer lugar pero también por el bien de España. Es una mujer de la clase media, sin títulos nobiliarios y que, por su profesión, puede captar bien el sentir de esta generación, lo cual es muy positivo. Incluso la distancia que ha creado hacia algunos problemas y miembros de la familia le favorecen y la facultan, sin vínculos de ningún tipo, para poder manejarse con entera libertad. Las circunstancias que asume son totalmente diferentes a las que asumió la madre de su esposo, hoy rey, pero debiera permanecer lo esencial de ese estilo que ha hecho a su suegra una verdadera Señora.

Siempre le quedará a Doña Letizia la certeza y la suerte de saber que tendrá a su lado el consejo adecuado de Doña Sofía, que sin duda sabrá dar en cada momento la idea y el consejo que ella crea oportuno. Una ventaja para esta asturiana que nunca fue criada para reina pero que los avatares de la vida la han colocado en el trono, porque el corazón de las personas está al margen de títulos y honores.

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