Opinión

Bruselas quiere que España esté a la altura

Un gobierno pilotado por el PSOE tendría entre sus prioridades económicas consolidar la recuperación, crear empleo adicional al cíclico, reducir las crecientes desigualdades y reducir el déficit público de manera creíble. Al menos son los cuatro ejes propuestos por Jordi Sevilla, exministro socialista, actual asesor económico de Pedro Sánchez, quien aspira a formar gobierno partiendo de solo 90 diputados. El crecimiento de la demanda interna es tal vez su clave principal, sin duda con la intención de no depender de factores externos como la caída del precio del petróleo, la depreciación del euro y la laxa política monetaria del Banco Central Europeo.

Jordi Sevilla ya tiene más dificultades para explicar qué debería hacer España para dejar atrás sus ahora bajos costes salariales, producto de una devaluación interna ordenada desde Bruselas. Obviamente recurre a factores que son de libro -mayor productividad, incremento del valor añadido, tecnología e innovación…- pero le falta señalar qué sectores sostendrían tan buenas intenciones, de cara a retribuir mejor a los trabajadores y de reforzar su capacidad de consumo. Parece la pregunta del millón que ni los políticos ni los economistas se atreven a responder: ¿cómo puede suplirse en España aquel eldorado llamado ladrillo? O, si se prefiere, ¿cómo puede concretarse eso que todos denominamos digitalización e I+D+i? Pura teoría para los españoles pero todo un marco real de juego para países como Estados Unidos o Alemania.

En busca de esa piedra filosofal, el cerebro económico del PSOE se detiene en algo también importante, como los costes energéticos, sin olvidarse de las líneas de crédito oficial para pymes y de otras medidas afines. Digamos que a Jordi Sevilla, al igual que le sucede a colegas suyos de otros partidos, se le da mejor repartir la riqueza que concretar cómo alcanzarla. Aun así, es ambicioso y no se conforma con confiar la creación de empleo solo a la evolución de la economía, de ahí su propuesta de un plan de choque generador de empleo. También son interesantes sus ideas para la igualdad y la creación de un Ingreso Mínimo Vital.

Sevilla es partidario de contener el déficit público pero, de entrada, de renegociarlo, lo cual no parece que cause entusiasmo en Bruselas. A cambio, ofrece consensos parlamentarios, medidas estructurales, reformas fiscales y combatir el fraude. Puro sentido común, que en España no suele serlo. “Estoy seguro de que los políticos españoles harán lo que es sabio en las actuales circunstancias políticas”, dijo esta semana el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem. Sonó más a advertencia que a otra cosa, lo cual no es ninguna novedad, ya que en Bruselas, viendo el panorama español, temen una inestabilidad política prolongada que ponga en riesgo la recuperación de España y contagie a la zona euro.

Más que estudiar renegociaciones del déficit español, como le gustaría a Jordi Sevilla, en Bruselas ya tienen preparadas las tijeras para ordenar nuevos ajustes, temiéndose lo peor al cierre de 2015. Dijsselbloem no actúa en solitario. “Desaría que España se dote lo más rápidamente posible, puesto que es miembro de la eurozona, de un gobierno estable”, dijo a su vez Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea.

En Bruselas, del mismo modo que en Berlín, querrían que España “esté a la altura”. Se nota que son gente con perspectiva.

@J_L_Gomez

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