Opinión

Galicia está mal pero puede salir adelante

La economía gallega ha corrido en paralelo con la del conjunto de España en la salida de la recesión, de modo que si bien cerró 2013 en negativo, logró al menos tener un pequeño crecimiento en la recta final del año, tras once trimestres con el Producto Interior Bruto (PIB) en negativo. Las claves de esta leve recuperación también son comunes, bajo la influencia positiva de las exportaciones. La devaluación interna de la economía española, con salarios más bajos y una inflación contenida, ayuda a que sea más competitiva en el exterior.

Todo ello no resuelve, sin embargo, el gran problema de fondo de la economía, tanto en Galicia como en España: el desempleo. La falta de crecimiento suficiente no reduce el paro, que se mantiene en porcentajes inasumibles, y tampoco genera suficientes ingresos públicos, con lo cual el Estado mantiene sus restricciones en materia de cobertura del desempleo. Las noticias positivas al respecto son, lógicamente, bienvenidas, pero distan mucho de ser las adecuadas para recuperar los mínimos necesarios. Falta mucho para poder cantar victoria en materia de empleo, tal vez demasiados años en los que muchas personas -empezando por las más jóvenes- lo van a pasar mal. Un solo dato: en más de 90.000 hogares gallegos están en paro todos sus miembros.

Pero también es cierto que Galicia tiene algunas ventanas de oportunidad abiertas. Sus cuentas públicas no son las peores y en su economía productiva se observan algunas señales que invitan al optimismo. No solo porque aquí está Inditex, la gran multinacional del mundo de la moda, sino porque hay sectores donde la iniciativa privada funciona. Empresas de alta y media tecnología y de servicios avanzados, junto con el sector agroindustrial, podrían protagonizar buenas noticias en los próximos años, como observan los expertos reunidos por el profesor Fernando González Laxe en el Foro Económico de Galicia.

El consenso entre el sector público y privado, ampliado a los sindicatos, sería un buen método de trabajo en clave gallega. En ese sentido, los papeles que elabora el Foro Económico de Galicia no solo van ganando peso, sino que contribuyen a vertebrar un nuevo discurso integrador, de la mano del profesor Santiago Lago y del empresario Emilio Pérez Nieto, entre otros.

No es frecuente que la sociedad civil gallega dé muestras de estar viva, por lo que iniciativas como el Foro, aunque modestas, tienen especial valor en un país como Galicia. Lo que en Estados Unidos no sería más que una anécdota aquí se convierte en algo ciertamente relevante, a proteger. De alguna manera, el Foro Económico de Galicia es “una plataforma de transferencia de conocimiento en materia económica” desde las universidades y las empresas gallegas a la sociedad y a los espacios de decisión pública; léase no solo la Xunta, sino también el Parlamento, si quiere estar atento.

Desde sus comienzos, el Foro Económico de Galicia integra a empresarios y directivos representativos de los diferentes sectores y áreas de Galicia, profesores e investigadores, y periodistas de referencia. Por todo ello, es también, según sus promotores, una herramienta de la sociedad civil que pretende contribuir a conocer mejor “los desafíos, oportunidades y amenazas sobre la estructura productiva gallega, sus empresas y su sector público”. Tal vez cabe que su pluralismo se amplíe y que su reconocimiento aumente.

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