Opinión

Nos pide más paciencia con el Arqueolóxico

El secretario de Estado de Cultura, en su reciente visita a esta ciudad, nos pide que tengamos paciencia con el Museo Arqueolóxico, pero, ¿por cuánto tiempo puede ser exigible esa paciencia? ¿Por 15 años? Y para mayor inri, dice que la finalización de las obras se prevé todavía para el año ¡2020! No, querido secretario, no. Desde luego eso podrá Vd. decirlo, pero… no debe. Porque, en nuestro caso es, como se suele decir, ya demasiada tomadura de pelo. Son tantas ya las promesas incumplidas que nos han llegado a convencer de que realmente esta provincia debe de ser la “cenicienta” del país, tanto en ésta como en otras cuestiones que últimamente se nos han acumulado, debido, sobre todo, a la congénita e inoperante gestión de nuestros políticos.

Que vamos a ser la envidia de otras provincias, nos dice el señor secretario. Quizá, pero nos contentaríamos solamente con estar a la altura de muchas, y únicamente en dotaciones que nos parecen básicas, como: equipamiento cultural y sanitario, infraestructuras ferroviarias dignas, asistencia y protección social efectiva, empleo y salarios dignos, incentivación también efectiva ante la gravísima pérdida demográfica, etc. etc.

En otra ocasión dije que nuestro Museo Arqueolóxico sería un reclamo muy necesario e importante para los que nos visitan e incluso, en muchos casos, permitiría alargar la estancia de éstos, con el consecuente beneficio para esta ciudad que carece de playas marinas y de otras cosas francamente atractivas. Y todo ello, además del indudable valor e interés que atesoran las piezas que se custodian en sus salas.

No dudamos de que nuestro inolvidable director y fundador de este Museo, el investigador don Xesús Ferro Couselo, fallecido en 1975, que tanto había luchado para darle digna sede en el edificio más antiguo e histórico de la ciudad, estaría igualmente recabando denodadamente hoy de todas las instancias la pronta restauración y rehabilitación de éste. Seamos, pues, inconformistas y reclamemos con ahínco lo mismo que podríamos esperar de este hombre de bien que tanto nos ha honrado.

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