Opinión

Permisividad educativa

La concejalía de Bienestar Social del Concello ourensano, dentro del programa “Educación familiar”, promueve una campaña contra la permisividad educativa para apoyar el papel de los educadores en el proceso educativo y madurativo de los niños y con el objetivo de sensibilizar acerca de la sobreprotección que se detecta en el modelo actual. Una de las acciones es la celebración, a través de la “Escola de pais e nais”, de unos cursos integrados en áreas como familia y sociedad, desarrollo humano y adolescencia.

Está bien que desde la Administración, en este caso la municipal, exista un interés sobre la educación de los niños y jóvenes, un tema que siempre suscita preocupación, más aún en los tiempos en que vivimos y donde parece que los valores brillan por su ausencia y donde cada vez más este importante segmento de la población necesita de nuestras atenciones, habida cuenta que en cuestión de educación, hoy en día, muchos adolescentes flaquean de estos básicos conocimientos fundamentales para relacionarse en sociedad.

Como hemos comentado en otros artículos, antaño, esto de la educación cívica, la moral y los valores se enseñaba en las escuelas. Le llamaban a eso “Urbanidad”. Con el tiempo, lo que antes era obligatorio, se quedó en algo residual y hasta anecdótico. Y ya no queremos entrar en la controversia que generan materias como hoy la Educación para la Ciudadanía o si lo prefieren Educación Cívica y Constitucional o antes lo fue la Formación del Espíritu Nacional. Se trata de educar, antes que adoctrinar. 

Eso es lo que tienen que asumir quienes tienen la responsabilidad de implantar el sistema educativo, porque a nuestros jóvenes, además de la formación académica, es preciso darles formación humanística y aquí entra todo lo relacionado con la ética, la moral, los valores… y la educación. Y no es que haya hoy tolerancia excesiva, que es lo que entendemos por tal permisividad; lo que falta es precisamente disciplinas cuyo conocimiento permita saber dónde empieza esa tolerancia. Y si existe ésta, es que también hay quien lo tolera.

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