Opinión

Dos de dos, a pesar de todo

Ya van dos. La Justicia va camino de desmontar la maraña de pleitos emprendidos por el ex alcalde Manuel Cabezas contra La Región en un intento desesperado del ex regidor de justificar lo injustificable. Y lo injustificable no es ni más ni menos que la ‘herencia envenenada’ de un político defenestrado que abanderó en sus primeros años de gestión un modelo de ciudad atractivo y con ilusionantes perspectivas de desarrollo pero terminó desarrollando una ambición personal, política y empresarial que echó por tierra todos los logros conseguidos en sus dos primeros mandatos para ir atesorando posteriormente fracaso tras fracaso hasta convertirse en el paradigma perfecto de lo que nunca debe ser ni hacer un representante público.


Lenta pero eficazmente, la Justicia está dando la razón a quienes levantaron airadamente la voz contra el político que empleó perversamente, hasta llegar a dilapidar, la confianza y el patrimonio de todos los ourensanos. La misma Justicia que invalidó su caprichoso diseño urbanístico de la ciudad es la que avala, y ya van dos veces, la lícita obligación de este diario de sacar a la luz los vicios, las negligencias y los delirios de un gestor que ha dañado hasta límites insospechados la imagen del Concello, de la ciudad, de la política y de su propio partido.


La Justicia está funcionando y lo hace a pesar de todo. A pesar, por ejemplo, de las extrañas tomas de posición de una Fiscalía que no ve motivos (así lo ha declarado públicamente el fiscal jefe) para interesarse por las sombras de sospecha que han rodeado y rodean todavía hoy la gestión de Manuel Cabezas y, sin embargo, no tiene inconveniente alguno en reclamar cuantiosas indemnizaciones para quienes ejercen con libertad la crítica política que exige toda sociedad democrática. Se supone que su trabajo es así, aunque lo cierto es que los jueces ya lo han dejado dos veces en evidencia. Se supone que la Fiscalía actúa con independencia, que opera bajo las directrices y la jefatura de un profesional recto, que sabe separar el trabajo de la amistad, que se equivoca porque nadie es perfecto. Se supone.



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