Opinión

Comer halal sin saberlo

En Europa existe un debate sobre las ropas de las mujeres islámicas, como el burka, el niqab o el burkini; pronto comenzará el que ya preocupa a millones de estadounidenses: comer carnes de animales sacrificados bajo ritos musulmanes, sin saber ese origen.
Algunas religiones, las más conocidas la judía y la islámica, someten a ritos sacrificiales a sus animales comestibles, algo inexistente o anecdótico en el mundo de tradición cristiana. Cuando se ponen a la venta los alimentos elaborados según la religión judía se etiquetan como kosher en todo el mundo occidental, con lo que no los compra quien no los desee.

Pero el debate en EE.UU. nace de la negativa del departamento de Agricultura y Alimentación, USDA, y de su división de control de los alimentos,  el Food Safety and Inspection Service, de ordenar que se etiqueten como halal los alimentos sometidos a ritos islámicos. Aunque muchos llevan una etiqueta voluntaria para los clientes musulmanes, bajo sus ritos suelen sacrificarse muchos más animales que los que se consumen, con lo que los excedentes se introducen en el circuito alimentario general. Hay millones de personas, cristianas, judías o de otras creencias, que rechazan alimentarse con algo ofrecido con esos ritos de una religión ajena, y que a veces les es, o ven, sumamente hostil. Una organización llamada American Freedom Defense Initiative (AFDI) ha presentado ante Agricultura numerosos escritos y protestas solicitando etiquetar lo halal igual que como lo kosher, pero este departamento los ha rechazado alegando que la demanda era islamofóbica.

Se sabe que en Europa, donde crece el número de musulmanes que someten los alimentos a sus ritos, hay ya exceso de halal; quizás por ello hay ya escuelas públicas que alimentan a todos los niños con esos productos.

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