Opinión

Ideología malvada

Un ejemplo de para qué sirven las redes sociales de internet: quien busque en Google a Aitor Cuervo Taboada, nacido en Astorga hace 28 años, descubrirá cómo una ideología puede volver malas a personas que se creen benefactoras del ser humano.

Los hechos y opiniones de Cuervo aparecen en sus propios escritos, en los que expresa todo su odio a quienes no son como él, un marxista-leninista cercano al GRAPO y a ETA.

Por eso lo persigue la justicia. Pero ser mala persona no debería ser delito, ni siquiera aunque escriba mensajes en las redes humillando a Miguel Ángel Blanco, el joven concejal de Ermua secuestrado y asesinado con especial sadismo por ETA en 1997.

Cuervo acaba de testificar ante la Audiencia Nacional para explicar sus tuits insultantes: “No me tomé una cerveza con él ni lo conocía, así que no siento pena por él. A mí no me da pena lo de Miguel Ángel Blanco, me da pena la familia desahuciada por el banco”.

Este tipo de fanáticos tapan su odio hacia los demás presentándose como defensores de los débiles: mienten usando una coartada que engaña a los ingenuos y que disimila su ausencia de sentimientos decentes.

Podrían condenarlo a año y medio de cárcel, como pide la Fiscalía. Podemos, movimiento con el que simpatiza y que lo apoya, y su malandrín Nicolás Maduro, presentarán a este malvado como un preso político, igual que hicieron con Otegui.

No deberían encerrar a este Cuervo. El mejor castigo sería que sintiera el desprecio de la buena gente y, desde luego, que nadie le hablara ni le diera trabajo. La maldad debe ser apestada.

Los decentes, como la mena, deben apartarse de la ganga. Además, la escoria humana contagia fácilmente a las personas débiles.

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