Opinión

Mato y Rajoy

En este país en el que los políticos sobreactúan exagerando las maldades de sus rivales a veces aparecen personajes de respetable historial que llaman a la cordura, como José María Fidalgo, secretario general de Comisiones Obreras entre 2000 y 2008, y Nicolás Redondo Terreros, secretario general del Partido Socialista de Euskadi entre 1997 y 2002.

Fidalgo, que es médico, defendió públicamente a la exministra de Sanidad a Ana Mato nada más conocerse la noticia de su dimisión. Traumatólogo en el hospital de La Paz de Madrid, cabecera del Carlos III donde atienden a enfermos de ébola, cree que Mato actuó correctamente en el caso de Teresa Romero, aunque no se hubiera expresado adecuadamente cuando anunció el contagio, desorientada por las versiones contradictorias de la infectada. Además, el equipo médico que la rodeó entonces y curó a Teresa fue el mismo que tuvo la hábil viceprimera ministra, Soraya Sáenz de Santamaría, nombrada para mejorar las relaciones públicas dada la torpeza verbal de Mato. Sin embargo, para Fidalgo la exministra coordinó adecuadamente durante su mandato las consejerías de Sanidad de todas las CC.AA., que era casi su única misión, puesto que son ellas las que tienen las competencias del ramo.

Es llamativa también la postura de Redondo Terreros pidiéndole al PSOE que colabore con Mariano Rajoy en la elaboración de las leyes anticorrupción sin sentir complejos ante esa identificación lanzada por indignados, antisistema y anarquistas de que PP+PSOE=PPSOE. Es momento, cree Redondo, de analizar las realidades en las que vivimos, camino de las inevitables mundialización y robotización.

Se acabaron el siglo XX, y más aún el XIX, en los que viven los reaccionarios IU o Podemos, y a los podría retroceder el PSOE rechazando todo acuerdo que, empujando al PP, permitiría ganar el XXI.

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