Opinión

El PP, a levantar el PSOE

Tenemos que ayudar a levantar al PSOE” se dicen como una consigna los altos dirigentes del PP, porque de no reaparecer como partido de izquierda moderada se podemizará hasta generar un atractivo radicalismo antisistema que agitará masas y hará oposición envilecedora de revueltas y anarquía.

Pedro Sánchez estaba podemizándose, como mostraba su forma bronca de hacer política sin freno ni reflexión, de promesas incumplibles capaces de atraer masas incautas, pero también revanchistas.

El germen podemita es el mismo que el de los fascismos. Indignación y descontento con el sistema democrático que se ha corrompido parcialmente, y que en lugar de corregirse debe destruirse.

Sus ideales, para unos son la patria y la clase obrera, para otros los de abajo contra los de arriba, pero en ambos casos hay que destruirlo todo revolucionariamente para iniciar una sociedad nueva que siga a su caudillo.

Ese no es no, qué parte del no no entiende Rajoy que decían Pedro Sánchez y los suyos era un principio revolucionario contra la estabilidad institucional.

Era cerrar toda salida a un diálogo constructivo, un maniqueísmo que rompía el puente con quienes parcialmente eran sus contrapartes democráticas, cuya relación no debe ser una autodestructiva guerra entre izquierda y derecha, sino de simple rivalidad entre centroizquierda y centroderecha.

Los ciudadanos cabales –los que dice representar Ciudadanos-- tratan de convencerse mutuamente: es el origen de la política, mientras que la radicalidad absoluta al estilo Sánchez es la intolerancia, la hostilidad, la respuesta airada, el golpe en el rostro a quien debe estrechársele la mano.

Ahora el PP necesita un PSOE rival pero institucional, heredero del de Felipe González, que se reorganice para hacer una oposición razonable y poderosa; aunque, obviamente, lo prefieran en esa posición-oposición que gobernando.

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