Opinión

El año horrible

Ha sido 20016 un año maldito para la música y para los músicos y es lícito señalarle como un periodo terrible en el que han desaparecido muchos de los grandes talentos de los que los aficionados al universo del pop y del rock nos hemos nutrido desde que, a primeros de los sesenta, asomó la cabeza una nueva generación de artistas capaces de crear música e interpretarla, una condición que normalmente no aparecía en periodos anteriores. Este año horrible ha diezmado con carácter trágico sus filas y se ha llevado a cuatro de los mejores, cada uno de ellos representante de una personal y muy admirable tendencia. El judío canadiense Leonard Cohen, admirador de Lorca, serenamente torturado por su particular concepción de la vida, del amor y de la muerte, una de las más importantes dignidades universales del pop en su expresión más profunda y más noble como lo fue David Bowie, el exceso convertido en genialidad absoluta y no siempre comprendida ni siquiera por si mismo que representa Prince, y finalmente ha amparado la muerte en silencio de George Michael, uno de eso episodios clásicos en la intrahistoria del rock and roll que nos depara al héroe voluntariamente recluido en su lujosa residencia a orillas del Támesis, podrido de dinero, acribillado por sus excesos y, a la postre aguardando la cita inexorable con su maldito destino. Son las cuatro grandes referencias de este año negro pero desgraciadamente muchos otros veteranos ilustres de la música que a los míos nos han acompañado durante toda la vida han ido cayendo como fulminados por todas las plagas de Egipto. Se ha ido Glenn Frey que fundó los inconmensurables “Eagles”, o Many White que hizo posible aquella banda negra de estrafalaria apariencia llamada “Earth Wind & Fire” que, sin embargo, dio al mundo temas tan estupendos como “In september”. Cayó primero Keith Emerson y luego Greg Like, y se fue el viejo negro Ottis Clay puro blues. Hace unos días y en Marbella, se apagó de la manera más absurda el propietario de una próspera inmobiliaria para guiris que no era otro que Ricky Parfitt guitarra de “Status Quo”

Y sobre todo y para inmenso dolor de los que formamos parte de una cofradía que no se rinde, se nos fue George Martin y la música de los Beatles ya no sonará igual de vital y potente sabiendo que ya no está él que hizo posible ese mágico, universal y eterno sonido. Ni la de los Beatles ni ninguna otra, tal era la dimensión del profesor Martin. Un ejemplo.

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