Opinión

Boca-chancla y reincidente

La última vez que estuve en Barcelona, un taxista me comentó que a Gerard Piqué se le conocía en los ámbitos urbanos como el “boca-chancla”. Nunca había escuchado hasta entonces esa denominación que parece extraída de una novela de Eduardo Mendoza –recuérdense regocijantes pasajes de sus novelas como el diálogo del loco evadido del manicomio y el chino en un local de la Barceloneta- pero es evidente que define con propiedad las características de este muchacho tanto físicas como mentales. Es decir, esa boca en la que cabe una zapatilla de playa y el grado de responsabilidad y sentido común que posee el interfecto.

Tener la boca como un buzón de correos no es ni malo ni bueno y yo mismo puedo meterme un puño cerrado en la mía. Otra cosa son las luces del sujeto que la posee. En el caso de este joven hay menos que en un barco pirata y cada vez que se produce algún suceso en el que puede expresar sus sentimientos, utiliza las redes sociales o lo que tiene a mano para sacar los pies del tiesto y debe ser por eso por lo que sus propios compañeros no quieren ni verle como capitán del equipo y eso que es de los más veteranos de la plantilla. Pero se temen que su probada incontinencia les produzca más sobresaltos que ventajas. Y están en lo cierto. La alcaldesa de Madrid, doña Manuela Carmena, afirmaba ayer en los medios de comunicación que está pensando en crear un concurso entre los adolescentes de la capital para que recojan colillas y que ya vería ella el premio. Sus propios compañeros de corporación han procurado colocarse de perfil ante semejante idea y han dicho que son cosas de la alcaldesa: “Cosas de Manuela” han manifestado procurando quitarse tan incómodo mochuelo. En el Barça pasa igual y los jugadores azulgranas se desentienden. “Eso es cosa del Piqué”. Y que llueva.

Piqué se ha reído en su cuenta de los errores del Madrid que ha alineado supuestamente de forma incorrecta a uno de sus jugadores. Pero no hay referencia alguna a su compañero de plantilla y de demarcación Javier Mascherano que ha aceptado un año de cárcel y una multa de 850.000 euros por defraudar un millón y medio. De eso no se ríe. El Madrid se ha equivocado, pero a nadie allí se le ocurre utilizar su cuenta para reírse de Mascherano y llamarle por su nombre. O sea, el de delincuente.

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